Por Federico Lix Klett - Fundador de FALK AI, FALK Impellers y FALK Advertising Matters. Es pensador, hacedor, comunicador, formador e impulsor de innovación y transformación en las organizaciones.

Volvimos querido amigo lector y llegamos la parada final de este viaje: “Crónicas del Futuro, no tan futuro”. En las últimas notas metimos bisturí a la política, a la economía y hasta a la física evitando caer en el error del Revisionismo Histórico hacia el futuro. Vimos que el Razonamiento Computacional (IA) nos da herramientas pseudo divinas y que el error es proyectar nuestro presente miope.

Hoy tenemos que hablar de algo mucho más íntimo. De lo que nos da el ancla: el sentido de la vida. Hablemos de los temas difíciles, mientras tenemos la oportunidad de hablarlos.

El hack a las tres constantes de la existencia

Durante miles de años, el Homo Sapiens construyó su identidad y su propósito sobre tres pilares inamovibles, tres constantes permanentes que, aunque generaban sus propios quilombos, nos daban estabilidad:

- Trabajo (qué): Era la subsistencia, la dignidad, el rol social. Era el qué hacer con mi tiempo. Tu etiqueta: Soy [insertá acá tu profesión].

- Familia (quiénes): Era la descendencia, la manada, la contención emocional. Era el a quién proteger. Era el amor incondicional, el que más duele cuando se pierde.

- Religión/Trascendencia (Para qué): Era la fe, el mito, el destino final, lo incomprensible o sea lo trascendental. Lo que excede a nuestro “egoísmo natura”l. Era el para qué vivir (y sufrir).

Pero hoy, en la puerta de la Era de la Humanidad Aumentada (EHA), estas tres constantes están siendo hackeadas y desestabilizadas a una velocidad aterradora:

- Trabajo: La AGI (IA General) no solo promete automatización; promete la jubilación forzosa de nuestro propósito. El '¿qué hacés?' que definía nuestra identidad, se vuelve una pregunta incómoda y sin una respuesta clara.

- Familia: Vivimos más tiempo y tenemos menos hijos. Nos volvemos una sociedad de "viejos" conviviendo con más Razonamiento Computacional en forma de robots. El a quién se diluye en la soledad digital. Trascender a través de la descendencia se convierte en un recurso escaso.

- Religión/Trascendencia: La ciencia nos da una longevidad vitaminada y explica los misterios con ecuaciones. El para qué se vuelve incierto. Reemplazamos a las religiones por versiones light. Estamos viviendo el tiempo de las “biblias de autoayuda express" vía Tik Tok.

El dilema de la abundancia: carencia existencial

Acá está el gran peligro de nuestro futuro optimista. En un mundo de hiperabundancia material (curas a enfermedades, comida impresa, energía limpia), no surge un paraíso. Surge una carencia existencial.

Si la IA resuelve todos los problemas que nos obligaban a levantarnos, ¿cuál es el motivo para seguir haciéndolo? La distopía que debemos temer no es la de Terminator o la pobreza. Es la de una sociedad de zombis vivientes que andan por ahí sin propósito, anestesiados por la distracción perpetua y las adicciones.

No es casualidad que hoy estemos hablando más de adicciones, de lo efímero, de las tasas crecientes de suicidio. Es la manifestación de una crisis de sentido que la tecnología, mal aplicada, amplifica.

La IA no miente, nos distrae (y nos divide)

El Razonamiento Computacional y sus algoritmos de retención son la droga más efectiva del planeta. ¿Cómo funcionan? Nos muestran lo que amamos (para ser complacientes) y lo que odiamos (para ser adictivos). La retención por odio (la confrontación, la indignación light) es, lamentablemente, más eficiente para mantenernos bobos pegados a la pantalla.

Estamos delegando el esfuerzo de pensar por nosotros mismos a un algoritmo que nos devuelve nuestra propia versión más polarizada. Dejamos de ser pensadores socráticos para convertirnos en muñecos de un ventrílocuo. La crisis es esta: si no luchamos por nuestro propio sentido, la máquina nos proveerá de un sustituto, un propósito light que nos mantendrá distraídos.

El último recurso: la inversión en lo humano

La respuesta a esta crisis de sentido no está en una nueva ley ni en un software más avanzado. Está en una re-evalucción de lo que tiene valor. Y esa es la mirada humanista de mi filosofía. La única moneda que será innegociable en el futuro es el propósito. Y el único activo que no se devaluará es la conexión humana genuina.

Mi propuesta es que el Homo Augmentus invierta su tiempo liberado por el RC en tres conexiones fundamentales. Tres anclas que ningún algoritmo puede hackear:

- Conexión con Uno Mismo (Sabiduría): Es el acto de resistencia contra la distracción: apagar el ruido para escuchar la propia voz. Invertir en el pensamiento interior, en la espiritualidad. Es el esfuerzo de la re-flexión (doblar nuestros pensamientos) para cultivar la sabiduría por encima del razonamiento automatizado.

- Conexión con el Otro (El Lujo de la Ineficiencia): Es el acto de resistencia contra la eficiencia: elegir la ineficiencia hermosa de una charla sin propósito, de un abrazo sin apuro. Reivindicar los rituales lentos y no optimizables. El asado, el café, el vino, el trekking, la lectura. La ineficiencia es el nuevo certificado de autenticidad humana. La conexión real es el antídoto contra la soledad.

- Conexión con la Creación/Naturaleza (Lo Trascendente): Es el acto de resistencia contra la simulación: volver a sentir la tierra bajo los pies, recordar que somos parte de un sistema mucho más grande y misterioso que cualquier red neuronal. Conectar con lo inmutable, lo que nos recuerda nuestra pequeñez y nuestra pertenencia a algo más grande que nosotros. Ya sea en Dios o en la idea de trascendencia que tengas.

El futuro no es una utopía de robots. Es una utopía de propósito. Y la única forma de alcanzarla es dejar de ser Homo Sapiens delegando la mente a la máquina, para convertirnos en Homo Augmentus que usan el silicio como trampolín para encontrar el único activo que, al final, nunca se devaluará: el sentido.