La historia de la camiseta homenaje a Miguel Ángel Russo terminó de la manera más emotiva. Casi un mes después de que Boca la soltara al cielo en la Bombonera, su recorrido terminó en un campo de Soriano, Uruguay, donde un productor rural la encontró entre los pastos. Ese hallazgo derivó en un gesto inolvidable. Agustín Eugui decidió devolvérsela a Ignacio Russo, el hijo del histórico entrenador, en un encuentro que conmovió a todos.
“Perdón que no pueda hablar, es muy fuerte porque es una señal de la vida que sigue estando acá entre nosotros. Cuando me la entregó se me puso la piel de gallina, la quería ver y la quería tener”, expresó Ignacio entre lágrimas. También agradeció la intervención de Edinson Cavani, clave para concretar el contacto. “Agradecerte de corazón el gesto que tuviste, y a vos también, 'Edi', por contactarte”, dijo.
Del otro lado, Eugui tampoco pudo contener la emoción al recordar lo que vivió. “No puedo creer la cantidad de cosas que me pasaron este mes y medio, son todas señales de vida que siguen estando acá. Por algo la camiseta volvió para acá, es increíble”, afirmó.
El hallazgo en el campo uruguayo
La historia empezó de manera simple, en medio de una jornada de trabajo. “Estaba cortando el pasto con el tractor, vi algo que brillaba y pensé que era un globo de helio. Iba a pasarlo por arriba, pero vi papelitos azules y amarillos y me dio curiosidad. Me bajé y ahí encontré la camiseta de Boca, enganchada con los globos desinflados”, relató Eugui.
Sin saber qué tenía frente a él, le mandó una foto a su novia. Fue ella quien lo ayudó a dimensionar todo. “Me mandó el video del momento en que lanzan la camiseta en La Bombonera. Ahí me di cuenta. No lo podía creer. Todos los kilómetros que recorrió volando para caer justo acá… increíble”, recordó.
La camiseta formó parte del homenaje que Boca le realizó a Russo el 18 de octubre, durante el partido contra Belgrano. Leandro Paredes y Claudio Úbeda la habían lanzado al cielo atada a globos, en un gesto que cerró una ceremonia cargada de emoción. El parche con la imagen del DT besando la Copa Libertadores 2007, el minuto de silencio y el canto de los hinchas completaron un tributo que aún resuena en la Bombonera.
El regreso de la prenda a manos de Ignacio sumó una capa más a esa despedida que mezcló memoria, dolor y fútbol. Tras la derrota de Tigre ante Boca, el delantero también recordó a su papá. “Emocionalmente es muy fuerte. Sé que está acá conmigo; debe estar contento de que quedaron primeros”, expresó.
Lo que empezó como un homenaje terminó convertido en una historia que atravesó países y volvió al punto de partida con una potencia inesperada. El recorrido de la camiseta, guiado por el viento y por el azar, cerró un círculo simbólico que para la familia Russo significó mucho más que un gesto.