NOVELA
MORIR EN LA ARENA
LEONARDO PADURA
(Tusquets - Buenos Aires)

El escritor y periodista cubano Leonardo Padura Fuentes posee una vasta producción que incluye novelas históricas, novelas policiales, crónicas costumbristas y estudios literarios. En sus textos se repite la obsesión por Cuba. En sus últimos libros se advierte una mayor insistencia en la crisis cubana y la derrota del proyecto revolucionario. Si en los primeros libros se centra en el periodo especial, y todavía se advierte su apuesta a la revolución, en los actuales predominan la miseria, el hambre, la decepción y, sobre todo, la huida. Padura escribe en Cuba, desde Cuba y sobre Cuba, en su barrio de Mantilla, ficciones que exploran los claroscuros del sistema y los denuncia abiertamente. Sus personajes se definen a partir de filiaciones biológicas y afiliaciones afectivas. Relatos tejidos de remembranzas y ficciones acerca de la comunidad. En todo momento se adivina el gesto moral y la apuesta personal.  

Su última novela, Morir en la arena, basada en hechos reales, tiene un título significativo que remiten a la muerte y a la arena como metáfora de una realidad en permanente y peligroso movimiento. Padura, que acaba de cumplir 70 años, construye un narrador, Fumero, que se pregunta cómo narrar la realidad sobre aquellos que ama. La novela se centra en la fábula de cuatro generaciones de la familia Bermúdez, en donde no faltan los amores cruzados, el incesto, un pasado bucólico y hasta un parricidio. El centro es la historia de esta compleja familia, atravesada por el parricidio, un hecho real. En el centro se yerguen las figuras trágicas de dos hermanos: Rodolfo, criado por los abuelos, quien se vio obligado a matar en Angola y terminó internado en un psiquiátrico y que se siente inmerso en “Un día de mierda, en este país de mierda que se va a la mierda”. Eugenio, criado por los padres, que vive en la República Democrática Alemana y está presente en la caída del Muro de Berlín.

Amor y crimen

Padura Fuentes apela a la comunidad fraternal presente en las novelas anteriores. La narración fragmentaria juega con los tiempos, el pasado -1990, momento significativo de cierre del tiempo soviético que provoca sucesivas crisis- y 2016. Aunque el escritor no se refiere al poder político de modo directo -los personajes eluden hablar de “la cosa”-, ninguna acción está exenta del autoritarismo asfixiante. Entregados al descalabro de un mundo manejado por los secretos hilos de los poderosos, impactados por la crisis política y económica, ajenos a la “fantasía roja” se debaten en un mundo sin seguridades.

El crimen es uno de los agujeros negros que los acecha. Padura emplea los recursos de la novela policial y del relato de reconocimiento, uniendo hilos de distintos gestos narrativos. La historia de amor y la historia del crimen se entrecruzan. Rodolfo nunca ha podido sacarse de encima la culpa de la muerte de Angola y Eugenio, perseguido por la violencia interna desde la infancia, mata al monstruoso padre y sale de la cárcel sólo para morir. Una casa partida por una barda, un jubilado que aprende a respirar sin reloj, una relación que insiste con el paso del tiempo y el retorno de un hermano cuya sombra quiere tocar a toda la familia. Un linaje con manchas, abuelos, padres, hijos signados por un mundo sin salida. Las hijas- Aitana y Violeta- deben cortar lazos y alejarse de toda utopía. Todos sienten el peso de la historia y la geografía. La única posibilidad de liberarse está en afrontar sus verdades y encontrar el amor. Fumero, el escritor, conciencia moral del relato, actúa como lazo entre los hermanos, una suerte de Capote indeciso y lleno de escrúpulos. Confiesa “es que de quienes pretendo y por fin voy a escribir es de gente como ella y como Rodolfo: de los derrotados o vencidos que nunca pelearon, los golpeados, los comunes y corrientes, esos seres que se deslizan hacia un final de vida lamentable. Y no por haber cometido crímenes deleznables o tenido grandes equivocaciones o arrastrado muchas dudas, sino solo por haberles tocado existir en su tiempo y espacio y haber tomado (o no haber tomado) determinadas decisiones… y haber sido víctimas del miedo”.

Una Cuba sin salida

Se puede ver en este último una lectura dura del presente de Cuba despiadado y sin salida, una suerte de eternidad del deterioro en el que los sueños se han perdido y toda garantía de cambio ha sucumbido. El final no ofrece un acontecimiento redentor o esperanzador, sino que coloca al lector, a los personajes, ante la gravedad de una enorme verdad: un mundo que se hunde atrapado en la mentira urdida por la burocracia, por   la complicidad en los silencios y los traumas. Un retrato salvaje de una familia, de una generación y de un país donde “escasean tantas cosas, incluso la esperanza”. El escritor siente que la única salida es atreverse a escribir la crónica de una derrota.

© LA GACETA

Carmen Perilli

Perfil
Leonardo Padura (La Habana, 1955), Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015, ha logrado el reconocimiento internacional con sus novelas policiacas protagonizadas por Mario Conde: Pasado perfecto, Máscaras y Personas decentes, entre otras, traducidas a varios idiomas y merecedoras de premios como el Café Gijón, el Dashiell Hammett, el  Barcino y el Pepe Carvalho 2023. También es autor de La novela de mi vida, El hombre que amaba a los perros, Herejes y Como polvo en el viento. “Un nuevo libro de Padura es una forma de entender la realidad cubana” señaló The New Yorker.