Cumplir 18 años siempre marca un antes y un después. Significa dejar atrás la adolescencia, asumir nuevas responsabilidades y, en el mundo del rugby juvenil argentino, someterse a un rito ineludible: el corte de pelo improvisado a manos de los propios compañeros. Ignacio Muro lo vivió en carne propia en plena concentración del “Veco” Villegas 2025, el torneo que reúne a las mejores M-19 del país y que hoy, a las 20, tendrá su gran final. Para él, que representa a Huirapuca, el club de toda su vida, el cumpleaños llegó en el momento más intenso del año: en un viaje, en una concentración, rodeado de amigos, de bromas y de rugby.
“Me da mucha alegría poder estar con mis compañeros, poder representar al club que fui toda mi vida”, dice Ignacio con una mezcla de timidez y orgullo. Todavía se toca la cabeza donde quedaron los rastros del festejo, aunque sabe que ese rapado incómodo forma parte del folclore juvenil del deporte.
El corte no solo fue conversación en el plantel: también fue tema de conversación durante el partido entre Huirapuca y Unión del Sur por la tercera fecha, cuando Ignacio sumó algunos minutos en cancha. No jugó demasiado en el torneo, pero cada segundo lo vive como si fuera una final. “Muy bien, me sentí muy bien dentro de la cancha, suelto”, cuenta. Y no lo dice como quien se justifica, sino como quien descubre que ese escenario, el de un torneo nacional, también puede ser suyo.
Un sueño que coincide con una final histórica
Huirapuca jugará este lunes la primera final de su historia en el “Veco”. El club de Concepción, tan acostumbrado a formar generaciones competitivas, nunca había llegado al partido decisivo desde la creación del torneo. Para Ignacio, significa la posibilidad de ser campeón en este contexto tiene una carga emocional especial.
“Sería una alegría inmensa salir campeón justo un día después de mi cumpleaños”, reconoce. Lo dice con una sonrisa que mezcla ilusión y ansiedad. Es consciente de que su rol en la cancha será secundario, pero también sabe que la pertenencia al grupo supera cualquier estadística. “No he jugado mucho, pero me da mucha felicidad representar al club que fue toda mi vida”, insiste.
“A mí me da igual el equipo que nos toque. Vamos a dejar todo para ganar la final”, indica. No es una frase hecha. Es, más bien, el tono sincero de un jugador que creció corriendo en el predio de “Huira”, que vio desde chico a las juveniles viajar a torneos y que, ahora, en su año límite en M-19, puede cerrar el ciclo con un capítulo que hasta hace poco parecía impensado.
Alejandro Muro: la mirada de un padre
Detrás de cada jugador de rugby juvenil hay una familia que acompaña. En este caso, Alejandro Muro -su papá y manager de la división- vive el torneo con la misma intensidad que su hijo. Y no oculta la emoción.
“Con solo verlo jugar ya es una alegría inmensa”, afirma. “Todo padre quiere que su hijo se divierta dentro de una cancha, y más en este deporte que queremos tanto nosotros”, agrega.
El corte de pelo, las risas, los festejos, todo lo que rodeó el cumpleaños de Ignacio también lo tocó a él. “Algunos momentos malos con el corte de pelo, pero la ha pasado lindo. Es parte de la juventud. Esos ritos son sanos”, dice.
Alejandro no pudo jugar este torneo en su tiempo, pero reconoce la magnitud del “Veco”. “Excelente torneo. Vienen los mejores equipos del país y la organización es impecable”, destaca.
Ahora, lo que sigue es la final. Y ahí aparece el padre apasionado, el que vive este deporte como ADN. “Hemos trabajado todo el año para formar este grupo. Ya hicimos bastante. Falta la frutillita del postre nomás, que Dios quiera se nos dé hoy”, expresa. “Si no se nos da, igual estaremos felices por el grupo que se armó y la calidad de jugadores que formamos”, añade.
Un cierre que puede ser perfecto
Ignacio celebra su mayoría de edad lejos de su casa, pero en el lugar donde más cómodo se siente: entre camisetas sudadas, mates compartidos, arengas y amigos que parecen hermanos. Festejó con un rapado involuntario, jugó algunos minutos que recordará siempre y ahora sueña con levantar una copa que cambiaría la historia de su club en el “Veco”.
La final será la oportunidad de cerrar un fin de semana inolvidable. Para Ignacio, para sus compañeros, para su papá y para todo Huirapuca, que hoy buscará escribir la página más importante de su recorrido juvenil. Y si el destino acompaña, Ignacio Muro podrá decir que cumplió 18 en el mejor lugar posible: en una final que nunca se olvidará.