En las redes sociales circulan videos en los que botellas de vodka recorren la pista de un boliche como si fueran parte del show. Cuando llegan a un grupo de jóvenes, la consigna es siempre la misma: abrir la boca y dejar que el chorro caiga directo, sin chistar.
En muchos cumpleaños de 15, 16 o 18, la entrada viene acompañada de una condición ineludible: tomarse varios shots para “habilitar” el ingreso. Y una vez adentro, los desafíos continúan como parte del entretenimiento de la noche.
Los retos virales vinculados al consumo rápido de alcohol parecen, para muchos chicos, una forma de juego. Ulises, un adolescente de 16 años que vive en Tafí Viejo, recuerda que probó alcohol por primera vez a los 13. Desde entonces, para él y su grupo de amigos ninguna salida está completa sin combinar vodka con jugo o fernet. “En las previas siempre aparece algún desafío: quién toma más rápido, quién aguanta más shots”, cuenta.
Algo similar relata Octavio, un estudiante de 17 años de una escuela céntrica. Él también se inició en el alcohol a los 13, durante una juntada en la casa de un compañero. Ahora que empezó a ir a fiestas de 18, dice que en muchas de ellas los shots son casi una especie de “peaje” para entrar.
El sentido de estos “atracones”, coinciden los adolescentes, es intoxicar el cuerpo lo más rápido posible y medir la resistencia propia frente a la del resto. Juliana, de 18 años, asegura que incluso dentro de algunos boliches se organizan prendas: “hace dos semanas fui a bailar y pasaban con una botella de vodka. Si te apuntaban, tenías que tomar sin parar. Era como parte del circuito de la noche”.
Los especialistas en adicciones observan con preocupación estas nuevas tendencias, especialmente por la preferencia de los jóvenes de consumir en poco tiempo bebidas de alta graduación alcohólica; gin, vodka, ron (unos 40 gramos cada 100 ml) y fernet (28 cada 100).
Un caso alarmante
A principios de este mes, la historia de una joven colombiana de 23 años encendió las alarmas. María José Ardila murió tras pasar cinco días internada en terapia intensiva en Cali, luego de participar en un desafío viral extremadamente peligroso.
Qué tipos de cáncer se desarrollan por las bebidas alcohólicas y cuáles son las más peligrosasLa joven había salido a bailar con amigas y aceptó un reto que consistía en tomar seis rondas de diferentes bebidas alcohólicas en un tiempo límite. El premio: 1.500.000 pesos colombianos (unos $600.000 argentinos).
Pero la noche terminó de la peor manera. Ardila perdió el conocimiento casi de inmediato y estuvo 17 minutos sin respirar antes de que lograran trasladarla a un centro médico. Llegó con tres paros cardíacos. Aunque los médicos lograron reanimarla, cinco días después fue desconectada del soporte vital. Su muerte conmocionó al país.
Los desafíos que se viralizan en redes sociales se han convertido en un motivo de alerta. Muchos especialistas se enteran de estas prácticas no por informes oficiales, sino por lo que los propios adolescentes relatan en talleres y espacios de prevención. “Los chicos lo cuentan abiertamente, sin ningún tipo de pensamiento crítico”, señala Lucas Haurigot Posse, secretario de Estado de Políticas Integrales Sobre Adicciones de Tucumán. Luego, la aparición en redes sociales amplifica el fenómeno y acelera su alcance.
Tomaron bebidas alcohólicas por un millón de pesos y pagaron con una app falsaSegún el psicólogo, estos retos encuentran terreno fértil en la adolescencia, una etapa marcada por transformaciones profundas: construcción de identidad, definición de personalidad, inicio del despertar sexual y búsqueda de pertenencia. En este contexto, la percepción de riesgo es muy baja y, a la vez, aparece un fuerte sentimiento de invulnerabilidad: la idea de que “nada me va a pasar” y que “el cuerpo aguanta todo”.
Bajo esta lógica, muchos desafíos peligrosos se viven como un juego, una forma de diversión y hasta una manera de demostrar valentía frente al grupo de pares, cuya mirada es clave en esta etapa, resalta Haurigot Posse. La viralización constante en redes sociales y el consumo intensivo de entornos digitales en niños y adolescentes potencian aún más esa exposición.
“El consumo de alcohol empieza hoy a edades cada vez más tempranas. En Tucumán, por ejemplo, el primer contacto con bebidas alcohólicas se registra entre los 13 y 14 años. Esto se combina con otro dato significativo: la adolescencia, según la OMS, comienza ahora alrededor de los 10 años, adelantando los cambios físicos y psicológicos respecto de generaciones anteriores”, remarca.
Un factor de preocupación creciente es la asociación, muy instalada entre los jóvenes, de que si no hay alcohol, no hay diversión. Desarmar esa idea se ha vuelto un eje central del trabajo preventivo, sostuvo el secretario.
Los “juegos del shot”
Los llamados “juegos del shot” son una práctica que recuerda a los viejos “fondos blancos”: ingerir grandes cantidades de alcohol en un período de tiempo muy breve, explica Haurigot Posse. Esto impide que el cuerpo pueda metabolizar adecuadamente el alcohol, lo que incrementa notablemente el riesgo de sufrir un coma alcohólico. Estos episodios, advierte, pueden terminar en internaciones e incluso en la muerte.
Por eso, generar pensamiento crítico sobre estas prácticas y frenar la naturalización de comportamientos peligrosos es una tarea que los equipos de salud mental consideran prioritaria, explicó.
¿Qué consejos nos puede dar a los padres? ¿Cómo hablar de este tema con los hijos?, le preguntamos. El especialista señaló tres puntos importantes: diálogo, control y ejemplo. No hay que perder de vista que los adolescentes manejan mucha información, pero no siempre cuentan con herramientas para procesarla o cuestionarla. Ante esto, recomendó:
Propietarios de discotecas promueven que los conductores no consuman bebidas alcoholicas• Hablar del consumo de alcohol sin ser especialistas. Los padres no necesitan ser médicos ni psicólogos para abordar el tema. Basta con transmitir experiencias, explicar que el alcohol es una sustancia adictiva y conversar sobre sus consecuencias.
• Acompañar y supervisar. Aunque los adolescentes aseguren que “ya saben todo”, todavía necesitan guía y contención. Ese padre o madre que se levanta para ver cómo llegó el hijo después de una salida cumple una función clave de cuidado y presencia.
• Escuchar antes de aconsejar. Los adultos suelen reaccionar con sermones, pero eso solo hace que los chicos se cierren. La recomendación es dar lugar a que hablen primero, expresen sus opiniones y preocupaciones, y recién después orientar.
• Educar con el ejemplo. Los jóvenes observan más los actos que las palabras. Difícilmente tomen en serio un mensaje de moderación si en el entorno familiar el consumo excesivo de alcohol aparece como algo gracioso o normalizado.
Cifras preocupantes: el riesgo de sufrir intoxicaciones agudas
El consumo de alcohol es más intenso y arranca antes. En Tucumán, más de 60% de los estudiantes de nivel medio se alcoholiza. La edad de inicio es a los 13 años. Y ocho de cada 10 mezclan estas bebidas con energizantes. Los datos surgen de la última encuesta hecha entre estudiantes secundarios. Las consecuencias de los atracones de alcohol en los retos virales se ven cada vez más en los hospitales, adonde los adolescentes llegan intoxicados. El toxicólogo Alfredo Córdoba explica que beber mucha cantidad de alcohol en poco tiempo -y especialmente si se trata de bebidas de alta graduación alcohólica- puede tener consecuencias inmediatas: “puede causar una intoxicación aguda, entrar en coma alcohólico y llegar incluso hasta la muerte”. Y también tienen efecto a largo plazo: complicaciones hepáticas, del estómago y deterioro neuronal. Según el especialista, es necesario acudir a una guardia de emergencias si la persona está muy ebria. Porque otro riesgo serio es que al vomitarse se broncoaspiren.