El aumento sostenido de casos de coqueluche, conocida comúnmente como tos convulsa, encendió las alertas del sistema sanitario argentino en los últimos meses. De acuerdo con el Ministerio de Salud, ya hay reportes provenientes de 20 jurisdicciones, con un notable predominio en las regiones Centro y Sur. La provincia de Buenos Aires concentra buena parte de los contagios y se mantiene bajo seguimiento especial el brote detectado en Tierra del Fuego, que continúa generando nuevos casos vinculados tanto en Ushuaia como en Río Grande.
La magnitud del problema quedó reflejada en el último Boletín Epidemiológico Nacional. Entre las semanas 1 y 47 de 2025 —hasta mediados de noviembre— se notificaron 5.110 casos sospechosos, y 688 fueron confirmados, lo que representa una incidencia acumulada de 1,45 casos por cada 100.000 habitantes. En lo que va del año, siete niños menores de dos años fallecieron como consecuencia de la infección, un indicador que subraya la gravedad de la enfermedad en los lactantes más pequeños. Las cifras superan ampliamente los registros del mismo período de los últimos cuatro años y se ubican por encima de las reportadas en 2023, cuando Salta lideró el número de notificaciones.
El análisis de laboratorio confirmó que 586 de los 688 casos cuentan con estudios diagnósticos concluyentes. En el 81,9% de estos, los especialistas identificaron la presencia de Bordetella pertussis, la bacteria responsable de la enfermedad. También se registraron dos diagnósticos de B. parapertussis y más de un centenar de casos en los que no fue posible determinar la especie. La distribución de los contagios es heterogénea: algunas provincias presentan aumentos bruscos, mientras que otras se mantienen con niveles estables pero en ascenso lento.
El Boletín advierte que, desde principios de julio —semana epidemiológica 27—, se registra un nuevo salto en las curvas de contagio, inicialmente asociado al brote de Ushuaia y luego extendido a la región Centro, donde la provincia de Buenos Aires volvió a mostrar una tendencia ascendente. El flujo de notificaciones continúa ampliándose en el país, con mayor presencia en las zonas Sur y Centro, aunque existen reportes dispersos en casi todo el territorio.
¿Qué es la tos convulsa?
La tos convulsa es una infección respiratoria altamente contagiosa que afecta a personas de todas las edades, pero que representa una amenaza particular para bebés menores de seis meses, prematuros, niños sin vacunación completa e hijos de madres que no recibieron la dosis recomendada durante el embarazo. En los lactantes, el cuadro clínico suele ser atípico y puede incluir apneas y episodios de coloración azulada en la piel, incluso sin presentar la clásica tos característica. En niños mayores y adultos, la enfermedad puede manifestarse como una tos persistente que se prolonga durante semanas.
Los especialistas recuerdan que la enfermedad transita tres fases: una etapa catarral inicial, con síntomas similares a un resfriado; una fase paroxística, con tos intensa y episodios repetidos que pueden terminar en vómitos o fatiga extrema; y una fase de convalecencia, que puede prolongarse varias semanas. En casos graves, especialmente en lactantes, pueden presentarse complicaciones respiratorias que requieren internación.
Tos convulsa: la importancia de la vacunación
Frente a este escenario, la vacunación vuelve a colocarse en el centro de la estrategia de prevención. Las autoridades sanitarias insisten en que existen vacunas “seguras y efectivas” contra la coqueluche, pero observan un descenso progresivo en las coberturas tanto a nivel mundial como regional y local. Esa caída facilita la acumulación de personas susceptibles, lo que abre la puerta a brotes como los actuales.
El Ministerio de Salud advierte que la situación es desigual según la provincia: mientras distritos como Tierra del Fuego, La Pampa, Jujuy, Neuquén, Mendoza y San Juan alcanzan coberturas óptimas en el inicio de los esquemas y sus refuerzos, otras jurisdicciones exhiben debilidades importantes. Los casos de Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires, Santa Fe, Formosa, Corrientes y Misiones se presentan como los más preocupantes, sobre todo en lo relativo a los refuerzos aplicados a los cinco y once años, etapas clave para evitar que adolescentes y niños mayores se conviertan en reservorios del virus.
El esquema de vacunación vigente en Argentina contempla la aplicación de la vacuna con componente pertussis a los dos, cuatro, seis y quince a dieciocho meses de edad, además del refuerzo a los cinco años. En 2009 se sumó una dosis para los once años y, desde 2012, se recomienda la vacunación de todas las personas gestantes a partir de la semana veinte de embarazo. Esta medida se incorporó al Calendario Nacional de Vacunación en 2013 para garantizar la transferencia de anticuerpos al bebé y protegerlo durante los primeros meses de vida.
Las recomendaciones actuales establecen que la vacuna debe aplicarse en cada embarazo, sin importar el historial previo de vacunación. Su finalidad es reducir la morbi-mortalidad en los lactantes y evitar las formas graves de la enfermedad en el período más vulnerable.
La vigilancia epidemiológica continúa siendo una herramienta esencial para monitorear la situación y orientar políticas públicas. La tos convulsa tiene un comportamiento cíclico, con picos cada tres a cinco años, por lo que mantener altas coberturas de vacunación es clave para evitar brotes como el actual. Los especialistas enfatizan, además, la importancia de la consulta temprana ante síntomas compatibles, especialmente en bebés y en personas que conviven con ellos.
Aunque las muertes asociadas a la coqueluche son poco frecuentes, la mayoría de los fallecimientos se registran en menores de dos años, lo que refuerza la necesidad de fortalecer la vacunación en embarazadas y en todos los convivientes del recién nacido. La detección temprana y el tratamiento adecuado permiten reducir la gravedad de la enfermedad y evitar complicaciones.