Sus paredes guardan demasiados tesoros: el aletear interminable de los brazos del cisne Maia Plitsétskaya; el capricho más agudo de Paganini según Boris Belkin; el aire del fuelle contraído de Astor; cientos de egipcios en los pasillos de platea en la Marcha triunfal de Aída; el durazno sangrante de Luis Alberto; el salto del corsario Julio Bocca; la luminosa oscuridad de la voz de Atahualpa... Mucho antes, de afuera se había escuchado el Do de pecho de Enrico Caruso, y el romanticismo bello y tardío de la música de Camille Saint-Saëns. Todo empezó el 18 de mayo de 1912: muchos tucumanos se vistieron de gala para asistir a la puesta de la opereta "La princesa de los dólares", de Leo Fall, a cargo de la compañía del barítono Sagi Barba. El flamante teatro se llamaba Odeón: era un imponente edificio con elementos neoclásicos, en avenida Sarmiento y Muñecas.

Las noches siguientes, con "Marina", "Molinos de viento" y "El conde de Luxemburgo", que interpretó la orquesta dirigida por el maestro Aguadi, se probó que la acústica era óptima, dada por su forma de herradura, como buen teatro lírico.

Por el escenario desfilarían Margarita Xirgú, María Guerrero, el barítono Titta Ruffo, Ermete Novelli, Rosario Pino y Gabriela Berganzoni.

En 1929, con la clausura del casino, el complejo edilicio de la avenida entró en decadencia y cerró. En 1946 el Gobierno lo compró y el teatro mantuvo una actividad esporádica. En 1956 una ley lo rebautizó San Martín. Fue en el 59, con la creación del Consejo Provincial de Difusión Cultural, cuando entró definitivamente en la vida cultural de la provincia por medio del teatro, la danza y la música. En el 66 fue refaccionado en profundidad, y también en el 79, cuando el foyer le brotó por el frente. Fue en 2001 cuando se modificó la platea y se amplió el foso.

Hoy se cumplen 100 años de plateas inclementes, o exultantes de bises interminables; de sala llena hasta el cielito en un ensayo de Marta Argerich. Del murciélago que aparece en pleno allegro de una sinfonía. De un piano con envejecimiento prematuro que se jubiló en plena función, para que llegue el Steinway que Adrian Iaies quiere llevarse a Buenos Aires cada vez que viene. De los nervios de la prima ballerina assoluta, que no puede terminar de atar la cinta de la zapatilla de punta, o de la súbita disfonía del actor de reparto ante su bocadillo. Del murmullo del coro que espera detrás de escena, y la modista con aguja en mano. Del seguidor que ilumina las caras felices del público de la tertulia. De la nota que afina la orquesta y sienta la expectativa. De la cuerda del violín del concertino que se ha roto. Del ramo de rosas rojas que recibe, extenuada y vuelta a la vida, Madame Butterfly. Y de la lágrima que corre por la mejilla del director de la orquesta en el punto más alto del adaggietto de la Quinta de Mahler.

Grupos
Ballet Berioska de la URSS, Los Niños cantores de Viena, Pro Música de Rosario, Opus Cuatro, Camerata Bariloche, Ballet de Sierra Leona, Les Luthiers...

Estrellas
María Guerrero, Margarita Xirgu, Maya Plitsétskaya, Martha Argerich, Leda Valladares, Cristine Walesva, Sylvia Kersembaum, Mónica Ferracani, Ute Lemper...

Astros
Enrico Caruso, Camile Saint- Saëns, Rugiero Ricci, Boris Belkin, Alberto Lysy, Lionel Hampton, Ravi Shankar, Bruno Gelber, Julio Bocca, Juan Falú, Fats Fernández...

Figuras
Simón Blech, Jorge Fontenla, Jorge Lezh, Pedro Ignacio Calderón. Héctor Zaraspe, Oscar Aráiz; Carlos Olivera, Jorge De Lassaletta, Kado Kostzer, Guido Torres...

Arte popular
Astor Piazzolla, Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Miguel Ángel Estrella, Ariel Ramírez, Mono Villegas, Eduardo Falú, Luis Alberto Spinetta, Teresa Parodi...