El gran pianista se sumará hoy a las celebraciones por el centenario del coliseo. "El teatro está hermoso", le dijo a LA GACETA durante el ensayo. LA GACETA / FOTO DE HECTOR PERALTA
CONCIERTO
• Hoy y mañana, a las 22, en el teatro San Martín (avenida Sarmiento y Muñecas).
Dice que su casa no está ni en el principado de Mónaco ni en Buenos Aires, sino más bien en un avión. Tal vez por eso no le molesta que lo cataloguen como un músico itinerante, de esos que siempre se encuentran en viaje. "No es que me guste el hecho de viajar en sí, sino la posibilidad de ver distinto al mundo. He tocado 5.000 conciertos en más de 50 países, de manera que creo haber conquistado hace tiempo la condecoración de ciudadano del mundo", señala Bruno Gelber. Y, para uno de los más grandes pianistas que ha dado la Argentina, esa visión distinta del mundo está necesariamente traspasada por la música.
Concentrado, envuelto en el refinamiento que lo caracteriza, Gelber aceptó conversar con LA GACETA en el mismo escenario del teatro San Martín, que hoy cumple 100 años y en cuyo homenaje ofrecerá dos conciertos singulares.
Había llegado a Tucumán el martes por la noche y, según los organizadores del festejo, no pudo descansar muy bien en el hotel. Sin embargo, el miércoles por la tarde se presentó al primer ensayo en el teatro con el profesionalismo de siempre. "Me pone feliz que los tucumanos recuerden mis actuaciones", señala el gran músico, quien llegó al coliseo acompañado por su asistente.
En la sala lo aguardaba un ansioso grupo de periodistas, con cámaras, micrófonos y luces. Gelber no quiso pasar al camerino sino que optó por recibir primero a LA GACETA en el escenario, donde ya se encontraba el piano Steinway & Song. "Va ser algo rápido porque vine a ensayar", le advirtió al titular del Ente Cultural, Mauricio Guzman, que lo acompañaba en el encuentro con la prensa. Luego, sin demasiados preámbulos, comenzó a hablar.
- Esta vez le toca actuar en Tucumán para una fecha emblemática: los 100 años del teatro...
- Sí. Me encanta esto. El teatro está hermoso. Es una de las salas que me trae buenos recuerdos.
- Además, interpretará un autor al que no nos tiene acostumbrados: Tchaikovsky.
- Lo que pasa es que la gente cree que yo siempre toco Brahms o Beethoven. Pero, en realidad, yo toco de todo. Y la prueba es que aquí he tocado obras de Rachmaninov y Chopin, entre muchos otros. Esta vez tocaré una obra de Tchaikovsky, un compositor que adoro. Este concierto me parece espléndido. Tiene fama de ser una obra común y demasiado fácil de hacer, pero en rigor, es hermosa y está maravillosamente construida. No sólo posee una gran riqueza de temas, sino que fue hecha con mucho amor.
- Jorge Luis Borges decía que la música es la más perfecta de todas las artes, porque involucra todos los sentidos. ¿Usted piensa lo mismo?
- Bueno, yo no soy una autoridad como Borges para dar definiciones de tamaño calibre. Sin embargo estoy de acuerdo con que la música es un arte maravilloso. Y el piano es uno de sus más fantásticos exponentes, porque puede imitar casi todos los sonidos, incluso los orquestales.
- Una vez confesó que se siente agradecido de ser un mensajero de la música, un médium. ¿No se siente también cansado de semejante peso?
- No. Al contrario. Me parece natural. Nací con un talento que tengo que ejercer. Y puedo afirmarlo sin falta de modestia. El talento es un don que Dios esparce de una manera poco democrática entre los seres. Y cuando uno lo recibe, tiene que brindarlo totalmente para poder ser digno de ese talento.
- ¿Le queda alguna obra por tocar?

- Uh... muchas. Gracias a Dios tengo ganas de hacer varias, porque si no estaría listo para la sepultura (risas). Una de esas tareas pendientes es terminar las sonatas de Beethoven. Dicen los esotéricos que cuando uno hizo ya todo lo que podía hacer es porque está listo para recibir a la muerte. Y yo no estoy listo para la muerte. Aún tengo mucho para dar.






















