ROMA.- Era viernes 13. Ante la isla italiana de Giglio, un crucero de placer por el Mediterráneo terminó en tragedia. Hoy se cumplen 12 meses de que el Costa Concordia se acercó peligrosamente a tierra firme, chocó con una roca y se hundió cerca del puerto.
La arriesgada ruta había sido elegida para "saludar" a los pobladores de la isla y mostrársela a los pasajeros totalmente iluminada. En la caótica evacuación, casi 4.200 personas desesperadas intentaron llegar a tierra firme. Por la inclinación del coloso de 290 metros de largo, hubo graves problemas con los botes de rescate. En el naufragio murieron 32 personas; los cadáveres de dos víctimas aún no fueron rescatados.
Un año después de la tragedia, el barco permanece como un monumento cerca de la isla que vive del turismo. Familiares de los fallecidos y unos pocos sobrevivientes (en una polémica decisión, la empresa naviera Costa Crucero les pidió que no estén presentes) volvieron a Giglio, para participar hoy en los actos conmemorativos: una misa por las víctimas a las 21.45 hora local, hora exacta en la que el crucero encalló, y un minuto de silencio, tras el cual sonarán las sirenas de los barcos del puerto de la isla y se lanzarán faroles encendidos al mar.
La remoción del barco es una de las más caras y complicadas de la historia y avanza muy lentamente. En un primer momento se habló de febrero para finalizar las labores, pero ya se la retrasó hasta septiembre. El costo será de unos U$S 407 millones.
Los trabajos, a cargo de la empresa estadounidense Titan Salvage, son difíciles y son entorpecidos por el mal tiempo. Y desmontar los restos del barco sin remolcarlo supondría un gran riesgo para el medio ambiente.
Cerca de 400 especialistas trabajan día y noche en decenas de plataformas y grúas para asegurar el barco semihundido. El plan es colocar una plataforma de cemento sobre la que pueda asegurarse la embarcación, para luego transportarlo a un astillero en tierra firme italiana, donde será finalmente desguazado.
El centro de las críticas
Tras el accidente, a bordo no quedó ni rastro del capitán, Francesco Schettino, que abandonó el buque en medio de la evacuación. "Sálvese quien pueda", reza el dicho; en esta ocasión, lo alcanzó también a él. Más tarde aclaró que se cayó, por accidente, en un bote salvavidas. Pero su extraño comportamiento ocupó los titulares de los medios y lo convirtió en el centro de las investigaciones: hoy está acusado de homicidio involuntario, abandonar de la nave antes de que el pasaje fuera evacuado y daños medioambientales.
Schettino culpó a Costa Crucero de haber ordenado seguir la peligrosa ruta, pero la compañía aseguró que no estaba informada del acercamiento trágico. Los afectados y familiares de las víctimas todavía tendrán que esperar para conocer la sentencia, pues las investigaciones son complicadas y las declaraciones de más de 200 personas llenan 50.000 páginas de documentos judiciales.
El fiscal de Grosseto, Francesco Verusio, cerró las actas poco antes de Navidad e informó a ocho posibles acusados, entre ellos Schettino y los representantes de Costa Crucero, del fin de esa etapa procesal. Ahora se abre el plazo en el que pueden declarar sobre lo ocurrido, hasta que comparezcan ante los tribunales. Aún pueden pasar varios meses hasta que se dirima la acusación y se establezca la fecha de inicio del juicio.
Uno de los citados es el timonel indonesio Jacob Rusli Bin. Durante la recopilación de pruebas en septiembre, se supo que él sencillamente no entendió las órdenes del capitán en varias ocasiones, con lo que se perdió un valioso tiempo en el intento de evitar la catástrofe.
La información de expertos es espeluznante: antes del accidente, en el puente de mando reinaba el caos y la tripulación no era capaz de entenderse. Además, Schettino y uno de los responsables de actuar ante una crisis habrían retrasado la alarma y el inicio de la evacuación.
El marino lucha en varios tribunales laborales contra su despido de la compañía naviera. Al capitán se le levantó el estricto arresto domiliciario al que estaba sometido, aunque sólo puede salir de su casa en Sorrento, con un permiso especial. (Especial-DPA)