El orgullo conquista su pecho cada vez que la nombra. Una sonrisa se alza en su rostro al recordar que no se alejó de ella ni un solo minuto. La satisfacción de haber dejado todo para protegerla hasta el último momento se distingue. Es que Luis Contrera lleva anclada a la Fragata Libertad en su corazón. "Para mí la Fragata es mi casa. Es la insginia que me identifica como marino de la Armada, a mí, a mis compañeros y a todos los argentinos", reflexiona ahora este tucumano, uno de los 44 tripulantes que permaneció a bordo del buque los 78 días que estuvo retenido en Ghana.
Contrera nació en La Trinidad hace 24 años. Es cabo segundo y maquinista, está casado con María Ovando y tiene una hija, Maia, de un año. Si bien reconoce que hubo cierta incertidumbre sobre cuándo se resolvería el conflicto judicial que les impedía seguir el viaje planeado, afirmó que la tripulación siempre tomó la situación con calma y profesionalismo.
"Lo que hacíamos era seguir todo por Facebook y ver las noticias. A veces se decían cosas que no eran tan así, por eso tratabamos de calmar a la familia y decirles que estabamos bien, que en ningún momento nos faltó nada", explicó.
De los más de 320 marinos a bordo, unos 280 regresaron al país temporalmente en octubre. Y aunque él tenía la esperanza de reencontrarse con su familia, tuvo que permanecer en la Fragata junto a 43 compañeros, haciendo su trabajo y colaborando en otras áreas.
"Lo tomé con mucha sorpresa. Ya tenía preparado el bolso. Tenía ilusión de volver por mi familia pero yo quería regresar con el barco. Mi mente estaba focalizada en traer la Fragata. Mi familia pasó a segundo plano en ese momento. Era mi compromiso el volver en el barco que fui. Quedarme allá fue un orgullo grande", expresó emocionado.
En la estadía forzada, la tripulación vivió especialmente un momento de mucha tensión que se extendió cinco horas. Fue cuando las autoridades del puerto de Tema se acercaron una tarde de noviembre con una orden judicial para mover el buque, pero los marineros lo impidieron y defendieron la Fragata con armas, según reconoció el tucumano.
"Fue así. No me acuerdo la fecha. Yo estaba en descanso y nos llamaron a todos a cubierta principal. Ahí se nos informó que estaban planeando abordar el buque. Entonces levantamos planchada y no permitimos ingresar a ningún personal ajeno a la embarcación. Ellos querían entrar pero no se los dejó en ningún momento. La última instancia a la que se pasó fue exhibir armas para dar muestra de que no podían entrar, pero no se apuntó. Tampoco se las iba usar. Solo buscábamos intimidarlos. Estabamos atentos a que no embarquen. Es como cuando uno esta en su casa. No va a permitir que nadie ingrese, uno defiende lo que es suyo. Esto duró cinco horas", recordó.
Contrera afirmó que el apoyo de su familia fue clave para salir adelante. "Lo único que quería era regresar con mi familia, tener un abrazo de ellos. En el puerto de Mar del Plata me recibió mi señora con mi nena. De tanta gente que había no nos podíamos encontrar. Todo el mundo te quería sacar fotos y darte un abrazo. Era complicado. Hasta que pude llegar. Fue un abrazo interminable. Hasta hubo lágrimas por ver a mi nena más grande", dijo el cabo segundo, que partió cuando la pequeña tenía solo cinco meses.
Contrera fue designado por la Armada para viajar este año nuevamente por el mundo. Aunque lamenta estar lejos de sus afectos, especialmente de su hija, reconoce que en el mar está su vida. Y aunque la Fragata Libertad no luzca como La Trinidad, el mismo ya lo reconoció: el buque insignia es su casa. LA GACETA