Sí, sí: todo muy lindo en la ceremonia de los Oscar, pero ya el mundo entero ha visto los detalles más jugosos de la premiación. La información más preciada ayer era cómo se habían portado las celebridades en las fiestas posteriores a la gala, especialmente organizadas para reunir a ganadores con perdedores, a invitados con despintados. Y aunque los festejos alocados seguramente quedarán bajo absoluto secreto, se han filtrado algunos detalles de lo que sucedió tras bastidores.
Se supo, por ejemplo, que Ben Affleck, George Clooney y Grant Heslov, productores de la premiada "Argo", se reunieron a comentar lo ocurrido en la velada. "Pensé que estaba alucinando", confesó Affleck al recordar cómo la primera dama estadounidense, Michelle Obama, anunciaba desde la Casa Blanca la victoria de su película: "oh, un elefante lila; oh, Michelle Obama, todo ha sido una locura, pero muy cool".
Mientras tanto, Jennifer Lawrence, ya con su Oscar como mejor actriz por "El lado luminoso de la vida", intentaba relajarse tomando una copa. Es que la joven protagonizó una de las anécdotas de la noche al tropezar subiendo las escaleras para recoger su premio. "En ese momento me habría encantado gritar esa palabra que no debe decirse", admitió. Daniel Day-Lewis, coronado como mejor actor por "Lincoln", fue el primero que dejó en el suelo la estatuilla, de cuatro kilos. Al fin y al cabo, es su tercer Oscar, así que no sorprende que no se aferre tanto a él como sus compañeros. "Me gustaría no hacer nada durante un tiempo. Y por ahora, se acabaron los personajes históricos", anticipó.
Si la de Day-Lewis era una victoria anunciada, todo lo contrario sucedió con Christoph Waltz, a quien la Academia volvió a coronar como mejor actor de reparto por un nuevo trabajo junto con Quentin Tarantino. Pero si su Oscar por "Bastardos sin gloria" estaba cantado, el de "Django sin cadenas" lo dejó sin palabras. Tras bambalinas, el austríaco señaló que se encontraba en shock: "por eso mis respuestas casi no se entienden, pero me da igual".
Su compatriota Michael Haneke fue el único triunfador que no se dejó ver por el backstage. Los organizadores no supieron explicar la ausencia del ganador a la Mejor Película Extranjera por su conmovedora "Amour", aunque la emoción quedó patente en su discurso. Más bien tímido, Haneke agradeció el apoyo de su esposa, a la que calificó de centro de su vida. Y tales declaraciones públicas no son habituales en él.