El debate en Diputados quebró todas las previsiones y descolocó a los medios. Estaba previsto desde la mañana y a medida que iba pasando el tiempo y se veía que iban a hacer uso de la palabra decenas de parlamentarios generó no sólo el problema de la hora de cierre en los diarios (se perdió la noción de cuándo finalizaría la tarea) sino la alteración de las agendas de la TV. Algunos hicieron trabajos para profundizar lo que habían dicho los opositores; otros organizaron mesas debate para criticar a los opositores -todos pusieron el eje en Elisa Carrió- y también hubo canales que se enfocaron en el escándalo farandulesco derivado de la denuncia de Lanata. En la redacción había un plan A, si terminaba la sesión poco después de medianoche; un plan B, si se extendía hasta las 3; y un plan C, si los plazos se estiraban más allá de la madrugada. En todos los casos, los periodistas de cierre se prepararon para una noche larga.