"Amo este lugar, es mi casa". Son palabras del corazón, dirá rato después de darle fin a la última clase del día Antonieta Torres cuando suena el nombre y apellido del Jockey Club, que hoy la tiene como la cara visible de un proyecto gigante por donde se lo mire. Nació la nueva academia de golf y por la cual ella apostó fuerte. Cambió el ritmo frenético de la vida en Buenos Aires y años de comando en una de las mejores escuelas del país (Martindale) por darle una mano a la institución. Mejor dicho, la intención es devolverle algo de todo lo que el Jockey Club le dio a ella.
Y así, como quien acompaña el mensaje del general, José Ignacio Guzmán Arias y Giorgio Sogno se alinean al credo de "Anto" y se la juegan por formar parte de esta nueva historia que apunta al futuro, a los chicos, a los grandes, a los de mediana edad; a los profesionales, a los aspirantes y a todo aquel que quiera disfrutar del golf. Con todo incluido.
"No hace falta tener palos, solo ganas. Acá les proveemos el resto", invita Giorgio, ex pro y psicólogo especializado en deportes, que argumenta su idea. "Primero hay que probar. Nosotros le pedimos, por ejemplo, a los padres que no compren nada, hay tiempo para eso". El tiempo al que se refiere uno de los tres entrenadores viene amparado en el gran material con el que cuenta la academia: hay nutricionistas, profesores de educación física y tecnología de punta. "Trabajamos con un programa llamado 'Be One', que sirve para analizar el swing", cita Guzmán Arias, que luego de un paso por Marbella (España), donde enseñó, fue tentado a unirse a este sueño. Le fue imposible negarse, jura. "La idea es que quien conozca el golf se divierta", seduce al interesado "Jay".
La entrevista no tiene etiquetas, sí buena onda y charla casi de compinches. El mate es el común denominador de los tres al momento del relax. Hay una meta a corto plazo. "Superar los 60 alumnos de la anterior escuela", revela Antonieta. En menos de dos meses, el récord del pasado tiembla. Ya son cerca de 58 los alumnitos fijos que se pasan los sábados a pleno entre clases, ejercicios didácticos, un fulbito descontracturante y salidas al campo del country de avenida Perón, donde está la sede de este emprendimiento.
"El paquete de clases varía de cuatro a cinco, depende cuantos sábados haya en el mes. Tienen una duración de dos horas, repartidas entre ejercicios con el profesor de educación física, que trabaja en coordinación y habilidades motoras; full swing, approach, putting y actividad en la cancha", describe el menú.
El golf se asocia a lo exclusivo, a lo costoso, a lo difícil de llegar. Bueno, no lo es. Para socios del Jockey, el combo cuesta $ 250, para los no socios, $ 300. También se pude ir al driving range a tirar pelotas. El balde oscila entre los $ 20 y $ 35. "La idea es captar nuevos socios", se esperanza Torres, que nunca pierde su sonrisa. "Pasé 17 años fuera de Tucumán, necesitaba regresar. Algo me dijo que debía hacerlo. Y bueno, acá estoy", reconoce conmocionada por todo lo bueno que está viviendo. Y eso que fue campeona argentina, sudamericana; representó al país en un mundial, jugó el Tour Europeo de damas (año 97). ¿Qué tal?
En épocas donde el deporte tiende a ser una apuesta a largo plazo, el golf se mira como un camino a la redención, y a Andrés Romero como modelo a seguir por sus fans locales, así como a Tiger Woods a nivel mundial.
Por eso, la presión de un padre a un hijo puede jugar, aunque... "Si hay chicos obligados, no creo. Quizás uno que otro haya venido con menos ganas, pero no, ninguno a reglamento", considera Sogno, que algo conoce del tema.
Los sábados, de 10 a 12, de 14.30 a 16.30 y de 16.30 a 18.30 la academia es una revolución. Sus anfitriones y protagonistas son los culpables y lo disfrutan.