La escasa iconografía de Nicolás Avellaneda (1836-1885) hace especialmente interesante todo hallazgo que la enriquezca, incluyendo los referidos a su entorno. Debemos a la gentileza del señor Alejandro Larguía, el conocimiento del daguerrotipo que ilustra esta nota. Se publica aquí por primera vez. Los daguerrotipos (es decir, imágenes impresas sobre metal) fueron las primeras fotografías. Llegaron a Montevideo en 1840, a Buenos Aires en 1843 y a Tucumán a mediados de la década de 1850.
En el que vemos, están retratadas dos mujeres. La de la izquierda, más borrosa, es la tucumana Dolores Silva-Zavaleta. Era esposa del doctor Marco Manuel de Avellaneda, el "mártir de Metán", y por tanto madre del presidente Nicolás Avellaneda.
Nacida en 1818, fue su padre don José Manuel Silva, quien gobernó Tucumán en 1828. Se casó con Marco en 1836. Alguna vez nos hemos ocupado de ella en esta columna. Acaso esa tristeza que tiñe su mirada, sea rastro de las duras peripecias que debió afrontar. Luego de la trágica muerte del marido, partió al exilio en Tupiza con sus pequeños hijos. Recién en 1844 puso volver a Tucumán. Años después, en 1852, se casó en segundas nupcias con don Fernando Guiñazú-Altamira, de quien enviudó al poco andar, en 1859. Falleció en 1890.
La de la derecha, mucho más nítida, es la esposa porteña de Avellaneda, doña Carmen Nóbrega-Miguens. Nacida en 1838, era hija del comerciante Juan Nóbrega, degollado por los mazorqueros de Rosas en 1840. El presidente se casó con ella en 1861. Viuda desde 1885, falleció en 1899.
Las referencias apuntadas otorgan, a esta antigua imagen de suegra y nuera, el carácter de valiosa pieza iconográfica.