Carta de España a mis amigas tucumanas
En agosto de 2005 me vine a vivir a Bilbao (a 12.000 km y cinco horas de diferencia de Tucumán) con las cartas de despedida de mis amigos en la mochila, llenas de los mejores deseos y promesas. Todos ellos fueron, de una manera u otra, vitales para mí en el duro camino de emigrar.
Durante estos años Internet, los nuevos teléfonos y la fortuna de poder seguir viéndonos fueron acercando esa distancia. Hemos pasado de ir a un ciber a cabinas telefónicas y marcar cerca de 20 números, a poder saber al momento cómo estamos sin saludos introductorios obligados; a pedirnos ayuda sin rodeos y a poder compartir, por ejemplo, la instantánea de la carita de mi segundo hijo a horas de dar a luz.
Desde que estoy de este lado nos seguimos eligiendo como amigos cada día, porque hemos aprendido a disfrutarnos de manera "virtual", acompañándonos de la manera más real, como dice mi amiga Susanita: "...con abrazos que abrigan, con palabras que curan, silencios que hablan...". El día a día, los secretos y gustos compartidos que en la infancia fueron requisitos imprescindibles de la mejor amistad se transformaron en esa poderosa confianza que blinda los lazos y se alimenta, por sobre todo, de saber que estamos ahí, que nos admiramos, nos reconocemos en el espejo del otro, que somos irreemplazables... que nos dejamos ser.
En el día del amigo, a mis amigos los abrazo en la "distancia" y en especial a mis amigas de la infancia y del alma: Mariel, que además cumple años, y Graciana. Juntas seguimos tomando cafés "virtuales". Cada vez que nos encontramos parece que el tiempo no ha pasado y siempre terminan diciéndome que sigo siendo "la Lula de siempre". Lucía Elorriaga Usánsolo, País Vasco, Españacarta desde españa a mis amigas tucumanas