Tres días después de la pesadilla y ya en su provincia, el chaqueño Juan José Vallejos se animó a relatar con detalles lo vivido en la Brigada de Investigaciones Norte. "Imagínese mi desesperación, todo el tiempo tenía miedo de que le hagan algo a mi hija", afirmó en diálogo telefónico con LA GACETA.
Era la primera vez que Vallejos viajaba a Tucumán. Había conducido su camioneta hasta esta provincia porque su hija Eliana de 16 años participará de un concurso de modelaje, el 12 de agosto en Famaillá, y debía visitar al peluquero que la peinará para ese evento. Ramón, un amigo de la familia de nacionalidad paraguaya, aprovechó el viaje para acompañarlos y conocer esta parte del país.
Pero la madrugada del jueves fueron interceptados por un control policial donde, luego de una discusión, según dijo, les pidieron una coima de $ 30.000. "Me decían que había girado mal en una rotonda", recordó Vallejos. Y agregó que, como no tenían ese dinero, los llevaron a la sede de la Brigada, en Yerba Buena.
De acuerdo al relato de Vallejos, los policías le compraron una tarjeta para que llamara a su esposa desde su teléfono celular y le pidiera que le enviara la plata. "Me tenían amenazado, a mi hija le decían que si yo no pagaba los $ 30.000 la iban a entregar a un prostíbulo y que a mí me iban a poner drogas o armas para armarme una causa", aseguró el hombre, que en su provincia trabajo como productor ganadero.
Antes del mediodía, la esposa de Vallejos ya le había depositado el dinero a través de la firma "Western Union". Para asegurarse de que no escaparía ni denunciaría el hecho, uno de los policías acompañó a Vallejos al correo. Según confirmó el propio fiscal Washington Navarro Dávila, lo trasladaron en una camioneta que era producto de un secuestro y que los policías no estaban autorizados a utilizar.
En el correo
"Primero me llevaron a un Wal-Mart y después a otros dos correos chicos, pero en ninguno había esa cantidad. Así que fuimos al Correo Central". Cuando Vallejos se acercó a una de las ventanillas del edificio de Córdoba y 25 de Mayo, le pidió auxilio al cajero. "Al señor del correo le hablé despacito para que nadie se diera cuenta, pero el que me cuidaba se dio a la fuga", contó el productor ganadero. "Tenía mucho miedo por mi hija, por eso le decía al guardia del Correo que se apure y haga algo", afirmó.
Mientras el policía que presta servicio en el Correo se comunicaba con sus superiores, Vallejos recibió un llamado telefónico de su hija. "Ellos (los policías) le prestaron un teléfono para que me diga que vaya a buscarla y que no haga la denuncia", relató.
"Al ratito llegó el comisario (Jorge) Pereyra (jefe de la Brigada Norte) y me pidió que no haga la denuncia, que deje todo como estaba y que él iba se iba a encargar de reprender a los policías que hicieron eso. El comisario Pereyra sabía todo", aseguró.
Impunidad
Varios jefes policiales se acercaron al correo y llevaron a Vallejos a la Brigada para constatar la veracidad de su relato. "¿Por qué está esta gente acá?", preguntó el comisario Mario Rojas, segundo jefe de la Regional Norte, al llegar a la sede policial de Yerba Buena. Según la víctima, los uniformados respondieron que los habían llevado por averiguación de antecedentes, pero su ingreso no estaba asentado en el libro.
"Mi hija estaba llorando. Después me contó que en ese momento vio a varios policías que se escapaban por el estacionamiento de atrás cuando vieron llegar a los jefes", sostuvo el hombre.
¿Qué sensación le quedó a Vallejos de su primer paso por Tucumán? "En un primer momento pensé que la corrupción era demasiada por la forma en que se manejaban, no se ocultaban de nadie, eran las 8 de la mañana y seguían ingresando policías de la guardia entrante y no ocultaban nada. Era llamativo. Sabían que estaban cometiendo un delito pero aparentemente para ellos era algo normal", afirmó Vallejos, sorprendido. "Se reían, conversaban. Se manejaban con total impunidad. Después cuando llegaron los jefes y el fiscal me di cuenta de que no toda la fuerza pública era igual, pero me sorprendía cómo se manejaban", concluyó, todavía angustiado.
Ya están en Villa Urquiza
Los 10 policías de la Brigada de Investigaciones Norte que quedaron detenidos por orden del fiscal Washington Navarro Dávila (V° Nominación) ya se encuentran en Villa Urquiza. Fuentes de la Unidad Regional Norte confirmaron a LA GACETA que el traslado hacia el penal se hizo efectivo ayer, antes del mediodía.
Navarro Dávila había solicitado esa medida el sábado, cuando terminó de tomarles declaración a los 28 policías que pertenecen a la mencionada dependencia. Luego de escuchar esos relatos, decidió que permanecieran detenidos los efectivos que estuvieron de turno durante el horario en que se produjo la detención ilegal de Juan José Vallejos, su hija Eliana y su amigo Ramón.
Entre los 10 uniformados que fueron trasladados al penal se encuentran el jefe de la Brigada Norte, comisario Jorge Pereyra, y el oficial que cubrió la guardia durante la madrugada del jueves.
Mientras tanto, el fiscal ordenó que se realicen pericias en la camioneta que se utilizó para llevar a Vallejos a retirar los $ 30.000 al correo y que pertenecía a un secuestro. Según comentaron fuentes tribunalicias, se hallaron más de 40 huellas dactilares en el volante del vehículo, la palanca de cambios y las manijas de las puertas.
Se encontraron, además, algunos cabellos y otros elementos que servirán para extraer un ADN. Todos ellos serán cotejados en laboratorio para determinar si pertenecen a Vallejos y confirmar, de esa manera, la versión que dio el ganadero chaqueño en tribunales.
El fiscal Navarro Dávila quiere descartar todas las dudas y procurar que el caso sea lo más transparente posible. Por eso, buscará probar de manera científica la participación de las víctimas y victimarios en el hecho que investiga.