Si te gustan las delicatessen y pretendés enriquecer tu discoteca con una copia de "Aerial", ayer en Mercado Libre se ofrecían dos: uno a $ 1.200 y otro a $ 1.700 (cerrado y nuevo). Es el precio para un CD de culto, descatalogado e inconseguible a precios humanos. El sello que lo editó en 1998 -Sum- bajó la persiana, por lo que Massacre se metió en el estudio con el productor Ale Vázquez y regrabó el álbum de punta a punta. Esto es "Aerial 13": las mismas canciones, en el mismo orden, magníficamente cantadas por Wallas y con la banda en estado de gracia. Vale el gesto de Massacre, la plena certeza de que los temas de "Aerial" constituyen un registro histórico del mejor rock que se escuchaba a fines del siglo pasado. Aquí están, otra vez.
Lo distinto: vientos a cargo de Hugo Lobo (de Dancing Mood) y percusión de Andrés Vilanova (de Carajo); no está el hidden track de los Kinks que cerraba el disco, pero lo reemplazaron nada menos que por un cover de "Ana no duerme". Sentido tributo a Luis Alberto Spinetta -y además como cierre de la emblemática trilogía "Ana se duerme/Sueña/Ana despierta"-, con Marcelo Telechea al comando del Hammond.
Están los hits ("Te leo al revés", "No puedo dejar", Te arrepiento"); está la historia de "Minicubics"; está el imprescindible "Cuasi delictual". Tordo y Fico siguen construyendo muros de guitarras potentes y ajustadas. Massacre gambetea el túnel del tiempo y demuestra que a veces actualizar los clásicos es justo y necesario.