Se burlan de todos. Le hacen pito catalán a las medidas que toma la AFA, para supuestamente frenar la violencia. Se le ríen en la cara a los responsables de seguridad al demostrar que nada ni nadie los puede frenar. Una facción de los integrantes de la barrabrava de Independiente estuvieron en la provincia y fue la que en estos momentos dominan la tribuna. El Comité de Seguridad Deportiva le cerró las puertas a los simpatizantes "rojos". Pidió ayuda a la Nación para que frenaran en Buenos Aires a todos -especialmente a los violentos- y avisaran a las policías de Santa Fe, Córdoba y Santiago del Estero que detuvieran a los simpatizantes que detectaran en viaje.
Pero los controles no solo fallarron, sino que el sistema de alarma tampoco funcionó como correspondía. Ayer, después de media mañana, el Comité de Seguridad recibió un llamado de la Bonaerense en el que se le informaba que un grupo de barras, encabezado por César "Loquillo" Rodríguez habían iniciado el viaje a Tucumán en tres vehículos de alta gama. "Se avisó en el acto a los puestos fronterizos, pero al parecer ya habían cruzado. Inmediatamente comenzamos a buscarlos", aseguró Jorge Díaz, titular del Comité.
Cuando los uniformados estaban detrás de los pasos del actual líder la barra "roja", recibieron otra mala noticia. El D2 les informaba de que un grupo de unas 15 personas, al parecer liderados por Pablo "Bebote" Álvarez, habían compartido un asado el viernes en la zona de Villa 9 de Julio. Al final, el dato fue una falsa alarma.
Con semejantes novedades, la Policía no solo salió a la caza de los violentos, sino que además, con fotografías en mano, vigilaron en los accesos al Monumental. "Todos los esfuerzos no fueron en vano. No creemos que hayan ingresado al estadio. Lo más probable es que se hayan marchado al enterarse que los estábamos buscando", explicó Díaz.
A los que tampoco se pudo frenar fue a los simpatizantes comunes que no quisieron perderse el encuentro de su "rojo". Se detuvo a dos hombres que concurrieron al estadio con prendas del equipo visitante y no solo se negaron a quitárselas, sino que pretendieron ingresar al estadio a la fuerza. David Arias, santiagueño él, vino con su esposa y sus tres hijos, de 8, 7 y 3 años. "Hace 15 años que no veo a mi 'rojo' querido, cómo me iba a perder esta chance. Ojalá que no me desubique ni grite un gol porque sé que la puedo pasar mal. Traje a mi esposa e hijos para dar lástima y que no me peguen", adujo. El estudiante Francisco Gutiérrez, de 21 años y salteño de nacimiento, no escuchó a su familia. "Me prohibieron que fuera a la cancha, pero como mis padres están en Salta no tengo problemas y lo mismo me vine", concluyó.