Empecemos por la parte caliente, dejemos de lado el sábado helado en Paraná y encaremos por el zapatazo exquisito de Martín Morel. Su botín derecho se encargó de hacer lo que un partido de emociones volcadas hacia Atlético no había podido en el partido contra Patronato: romper un cero a cero congelado.
Fue la tarde de la reconciliación de Morel y del "decano". Fue el día ideal para encausar la nave en el camino del ascenso directo y de borrar el mal trago sufrido ante Instituto en el Monumental. Atlético halló su guía en un misil colocado justo donde tejen las arañas, en el ángulo derecho de un Sebastián Bértoli vencido incluso antes de su espectacular volada para la foto.
Ese movimiento del clon de Rowan Atkinson, el actor que interpreta a "Mister Bean", iniciado en un buen recupero de Franco Canever y concluido con un amague previo al tiro, declaró justicia en un encuentro donde la superioridad y la tenencia del balón podrían haber sido las excusas perfectas de los visitantes para estallar de furia si el resultado no se movía de la paridad. Tanta fue la desidia de Patronato en ofensiva que Cristian Lucchetti apenas se ensució la ropa, por eso la diferencia entre uno y otro fue notoria. Atlético, esta vez, no falló, ni atrás, ni en el medio ni adelante, mientras que el "patrón" pareció haberse olvidado la caña de pescar en la costanera que recibe las aguas del río Paraná. Cero conciencia, cero creatividad.
Entonces, después de un primer tiempo en el que Bértoli corrigió un error de Ignacio Boggino (le regaló la pelota a Luis Rodríguez y este no pudo convertir porque fue bien tapado), Atlético acusó factura ya desde el arranque del complemento. Achicó los espacios, le fue a la yugular a una zaga convertida en gelatina y de a poco abrió los huecos en una pared que acabó derrumbada. Dicho y hecho. Apareció Canever y luego Morel, que hizo lo que tenía que hacer, destrabar un partido con título de: Atlético ganador desde el minuto cero.
En un partido parejo, Atlético intentó atacar el arco rival en todo momento y se notó. La genialidad de Morel premió esa actitud que se mantuvo en el tiempo.
Por momentos cuesta que la pelota les llegue limpia a los de arriba. Por eso, "Pulguita" y Barreiro terminaron bajando mucho a pedirla y la presencia ofensiva se esfumaba.