Separarse a la hora de ir a dormir no significa necesariamente que el matrimonio se esté deteriorando. Una tendencia que está en crecimiento en Europa y en Estados Unidos tiene su correlato en Tucumán: parejas que optan por dormir en camas separadas.

Un sondeo de la Asociación Nacional de Constructores de Casas, de Estados Unidos, predijo que para 2015, el 60% de las viviendas hechas por encargo tendrán dos dormitorios principales, informó el vicepresidente de la entidad, Gopal Ahluwalia. El 25% de las parejas de ese país duerme en camas separadas, según un estudio de la Fundación Nacional para el Sueño.

Mientras, en Gran Bretaña, una de cada 10 parejas hace lo propio. El experto británico en sueño Neil Stanley asegura que las parejas que comparten cama tienen un 50% más de posibilidades de padecer interrupciones que aquellas que deciden "divorciarse" temporalmente de noche. "Compartir cama con alguien que hace ruido y con quien tienes que luchar para mantener tu trozo de colcha no tiene sentido", afirma Stanley.

En los mayores

El psiquiatra y especialista en terapia de pareja tucumano José Andrés confirma la tendencia aunque no comparte la tajante opinión de Stanley. "Basado en la observación clínica del consultorio, diría que es una tendencia en aumento y se da, mayormente, en matrimonios de muchos años", destaca. No obstante, aclara que no hay estadísticas que permitan verificar si esa tendencia es así desde ahora o desde hace años ni qué porcentaje de matrimonios lo hace".

"Además, hay que tener en cuenta que las parejas que buscan la ayuda de un terapeuta de pareja, como regla, no están pasando un buen momento, por ende es probable que duerman en camas separadas; con esto, es posible que nuestra observación sea sesgada y poco representativa", añade.

La médica sexóloga, coordinadora de la filial Tucumán de la Asociación Argentina de Sexología y Educación Sexual, Amelia del Sueldo Padilla, coincidió en que esa situación se ve bastante en el consultorio, en parejas, sobre todo, con cierto tiempo de convivencia. "Ya sea porque uno de los dos ronca y el otro no descansa bien, o porque sienten que eso mata el erotismo o para incrementar la pasión del encuentro", explica.

Buen descanso

Leticia, de 40 años, y Estela, de 52, por su parte, revelaron que duermen en cuartos diferentes con sus respectivos maridos "para poder descansar bien", y que esa situación no ha afectado de manera negativa a la pareja.

"Creo que los matrimonios que duermen separados son más de los que uno piensa, porque la mayoría de la gente no lo cuenta. Se da por sentado que el matrimonio debe tener un espacio común. En una época, hace pocos años, hasta tenían una sola almohada para los dos", recuerda Leticia. Y es verdad, desde hace unos 20 años ya se estilan las almohadas separadas en las camas de dos plazas, y hasta las sábanas vienen con dos fundas.

Es que según estudios de urbanistas, el origen de la costumbre de dormir juntos fue más económico que amoroso o erótico. Se estima que surgió en la época de la revolución industrial, cuando las ciudades comenzaron a poblarse más. Esto llevó a que se construyeran viviendas con espacios más reducidos y el matrimonio quedó recluido a una sola habitación con una cama grande. Pero no muy lejos en la historia, las parejas contaban con un cuarto para cada uno y solo compartían la cama para sus encuentros sexuales.

Estela, en parte, confirma este hecho. "Siempre dormimos juntos. Pero yo tenía que tener mucho cuidado porque mi esposo tiene el sueño liviano, y cualquier movimiento mío lo despierta. Cuando nuestro hijo se casó, yo empecé a trasladarme de noche a dormir en su cuarto. No lo hago todas las noches, solamente cuando tengo insomnio y quiero ponerme a leer. Y la verdad, es que duermo mejor", confiesa.

"Dormir en habitaciones diferentes o en camas separadas no significa que la pareja esté en vías de separarse, siempre y cuando se haya hablado previamente de los motivos que dificultan la cohabitación. En nuestra sociedad es muy fuerte eso de que tenés que ser uno si estás en pareja; por eso la misma cama, la misma almohada... Hay mucho por hablar y debatir sobre el tema", reflexiona Del Sueldo Padilla.

Las excusas

Esconder lo que es doloroso

El doctor José Andrés destaca que los argumentos más comunes entre quienes duermen separados son: "ronca mucho y no puedo dormir", "es inquieto/a", "mira TV hasta tarde y la luz me molesta", "se la pasa con la notebook en la cama y no me deja dormir", "tiene el sueño cambiado" o "quiere leer de noche". Andrés considera que en la mayoría de las veces se trata de justificaciones que se crean para explicar una situación que es dolorosa de ver o conversar. "Es más fácil decir y creer que me voy a dormir a otro cuarto porque molesta la luz a charlar las dificultades sexuales o la falta de pasión o amor que la pareja puede experimentar". En consecuencia, el psiquiatra considera que dormir separados puede resultar positivo para algunas parejas, pero para otras no. "Esto va a depender de infinitas variables, como la historia personal, rasgos de personalidad, condicionamientos culturales, religiosos, familiares, etcétera. Cada paciente es único, al igual que cada relación y que cada situación", concluye el especialista.

Los hábitos

Mensajes bien emitidos

"A veces las parejas creen que durmiendo en la misma cama se llevan mejor por la mayor posibilidad de contacto e intimidad, pero a veces esas mismas parejas terminan disgustándose o agrediéndose porque: 'hace frío y vos no lo sentís' o 'hace demasiado calor' o 'roncás' o 'la cama es chica y no estamos cómodos'. En fin, muchas de estas explicaciones no son excusas sino los hábitos para conciliar el dueño que tiene cada uno, y que vienen de antes de conocer a la pareja. Creo que si la situación resulta problemática debe ser asumida por el matrimonio y considerar la posibilidad de dormir en cuartos separados", reseña la médica sexóloga Amelia del Sueldo Padilla. Por otra parte, "resolver las cuestiones de intimidad sexual no requiere más que de ganas o de mensajes bien emitidos, bien recibidos y bien entendidos. Una invitación a ver una película en el cuarto de uno u otra, compartir un rato la cama porque hace frío, discutir un tema que les interesa a ambos puede ser una buena ocasión para que la intimidad de esa pareja se vea enriquecida", añade.

De manera gradual

Respetar el descanso del otro

"Nosotros no tomamos una decisión puntual ni tampoco fue de un día para el otro", comienza a explicar Leticia, psicóloga, madre de dos niños y 15 años de casada. "Dormir en cuartos distintos se fue dando de manera gradual, y por meras razones de comodidad. Muchas veces uno de los dos llega más tarde que el otro, y entonces, para no molestar al que ya está durmiendo, se va a dormir a otro cuarto. No es que sea algo permanente sino que tenemos la posibilidad de hacerlo cuando sentimos la necesidad", expresa. "Por ejemplo, mi esposo hace deportes, y cuando viene de un partido, le lleva mucho tiempo conciliar el sueño. También le gusta leer y suele hacerlo de noche. Y esos hábitos me complicarían el sueño a mí", detalla. "Nosotros nos fuimos permitiendo la libertad de tener nuestro propio espacio y de respetar el descanso del otro. Eso sí, las siestas son nuestras. Ese es el momento del día en que compartimos la cama, las charlas, lo que sea que nos esté pasando", añade. Respecto de cómo influyó en la relación, afirma: "¡Mejoró totalmente!".

Para no despertarlo

El problema del insomnio

"Yo había ido encontrando soluciones a muchas de las incomodidades que suelen presentarse en las parejas cuando duermen juntos -relata Estela, ama de casa, 25 años de casada-. Por ejemplo, si mi esposo veía deportes por TV, yo leía, y podíamos estar juntos sin molestarnos. Como yo soy friolenta, en invierno tengo a mano una colcha de una plaza con la que me tapo yo sola. Y además, tengo la suerte de que él no ronca. Sin embargo, el problema vino en estos últimos años, cuando empecé a tener insomnio algunas noches. Daba vueltas y vueltas en la cama y tenía miedo de que mi marido se despertara, porque tiene el sueño muy liviano. En realidad la pasaba bastante mal, porque no quería ni prender la luz para no molestarlo. Fue entonces cuando, al casarse mi hijo, su dormitorio quedó desocupado, pero con la cama de soltero. Y aproveché. Cada vez que me viene el insomnio me voy a ese cuarto y me quedo leyendo hasta que me vuelve el sueño. Al principio, a mi esposo no le gustaba mucho, pero lo hablamos y comprendió. Creo que, en el fondo, me lo agradece", concluye Estela.

NOMBRES FICTICIOS

• Leticia y Estela pidieron no revelar sus nombres por razones de su profesión, la primera, y de la profesión de su esposo, la segunda.