Del ostracismo a la primera plana. Así puede describirse la vida en este semestre, que hoy dirá adiós, de Alfredo Carrizo. “Bambino” tiene una de las tantas historias que rebalsan el fútbol profesional de anécdotas y datos curiosos: de la mano de Ricardo Rodríguez, el volante ofensivo casi que ni pisó el césped de una cancha los fines de semana. Lo suyo era de lunes a viernes, a lo sumo sábado, si había entrenamiento general. Pero “RR” se fue, firmó la rescisión de su contrato y Diego Erroz tomó el cargo. Era tiempo de que el ex Sportivo Guzmán renovara la esperanza. Entonces, salió del fondo de la hilera y, como si fuera a contramano de su oscuro panorama, empezó a ganar espacio, lugar y posición en la táctica del nuevo técnico.
En pocas palabras, Carrizo volvió a disfrutar de la libertad, de ser un futbolista 100% que está para sumar, no de relleno. “La llegada de Diego me cambió la vida, sí. Sería una alegría inmensa estar de nuevo entre los titulares después de tanto lucharla y pelearla”, se confiesa Alfredo minutos antes de la última práctica del “decano”, donde finalmente él fue titular. Su misión será destruir la táctica defensiva de Sportivo Belgrano, el último invitado de 2013 en 25 de Mayo y Chile, a las 20.
“Gracias a Dios, este cuerpo técnico me dio confianza desde que tomó el mando. Estoy agradecido, siento que volví a vivir”. Carrizo no es monotemático, no. Aprovecha la oportunidad para declarar y decir lo que siente en este preciso momento. Carrizo es importante hoy en el esquema del DT.
La clave en haber sacado la cabeza del agua pasó por aprovechar las oportunidades recibidas. “El técnico nos conoce a todos. Él sabe cómo se armó este grupo y, por ende, también supo darnos nuestra chance de mostrarnos. Queda en mí poder demostrarle a él que estoy y que puedo lucharla”. Plantar bandera en este momento es vital, sobre todo para un “Bambino” al que se le vence su contrato con Atlético en junio de 2014. “Trabajar a pleno en la pretemporada y dejar todo en estos seis meses que se vienen”, cree el medio que serán las claves de reconfirmar la relación con el club.
Y avisa: “Quiero tener participación y demostrar que puedo estar a la altura de mis compañeros y de lo que es la institución”. Carrizo es consciente de que en Atlético no bastan dos partidos buenos para cerrar trato. Todo pasa por hacer valer una ideología de juego conjunta, que a Alfredo y al resto de los petisos que forman el 11 ideal “decano” (Acosta y “Pulguita”, entre otros) le sienta de maravilla: mover la pelota al ras del piso. “Es una idea y debemos hacerla valer”, confía quien intenta aprovecharse de su condición de pequeño ante los gigantes defensores enemigos.
“Por ahí se les dificulta un poco marcarnos, pero cada partido es aparte, tiene su propia historia. Ojalá contra Sportivo Belgrano todos podamos tener un gran partido”, mete “Bambi” a todos en la bolsa, y luego hace una pausa.
Es tiempo de hablar de un sueño inmediato. “Quiero entrar a la cancha y que el equipo gane. Y si además de eso puedo aportar una buena actuación personal, muchísimo mejor. Lo principal es ganar”, asume y aclara.
Vivir a oscuras
Por derecho, hablar del pasado reciente es una obligación. ¿Cómo fueron sus últimos meses? “Muy duros, no tuve participación. Como futbolista y profesional vos sabés cómo son las reglas y también que podés caerle o no simpático al técnico con tu forma de jugar. Yo solamente me dediqué a entrenar y a esperar mi oportunidad. Llegó ahora, y la agradezco, así como también necesito saludar a mi mamá, a mi papá, a mis hermanos, a mi novia, que fueron los que estuvieron (y están) cuando no había nada”. Carrizo se refiere a su rol de futbolista sin pelota.
Pero llegó su chance, bien de abajo. “Me ofrecieron jugar en la Liga para mantenerme en ritmo y lo hice, dije que sí”, recuerda mientras mira al cronista de LG Deportiva con los ojos vivos y bien abiertos. Su cara, pese a su escasa expresión facial, denota felicidad. “Bueno, Dios me brindó la oportunidad de que aparezca este cuerpo técnico y que confía en mí”.