Por la mañana todo fue amagues y escarceos. Fue la antesala del infierno. Por la tarde estalló el caos. Con una organización inusitada, grupos desaforados de mujeres, niños, adultos y jóvenes se amontonaron frente a cuanto comercio elegían y entraban a llevarse todo. Sólo lograron detenerlos aquellos comerciantes que contaban con armas propias y con varios custodios de seguridad privada. En el resto de los lugares, a los pocos minutos arrasaban con todo.

Decenas de vándalos en moto recorrían la ciudad en busca de un comercio desprotegido en el cual irrumpir. La primera luz de conflicto se encendió cerca de las 16 en una casa de venta de lácteos que estaba en avenida Kirchner al 2.300. Esto se fue repitiendo a cada instante y en distintos sectores de la capital y de sus alrededores. Mientras los hechos vandálicos se sucedían con una velocidad inesperada, las autoridades provinciales intentaban negociar con los policías díscolos y, al mismo tiempo, solicitaban el envío urgente de Gendarmería. Pasadas las 20 los gendarmes ya caminaban las calles de la Capital, pero los desmanes crecían.

Las escenas eran cada vez más graves ya que los vecinos no dudaron en defenderse. Los enfrentamientos fueron a los tiros. Esta madrugada, varios súper, comercios y viviendas particulares seguían siendo blanco del vandalismo. Pero los resultados eran cada vez peores.

Según los reportes se vivieron tremendas situaciones en calle San Juan al 3.300, donde varios hombres armados ingresaron a un supermercado chino. Afirmaron que al dueño lo sacaron de los pelos del local, lo ataron en la vereda y saquearon el local.

También hubo serios incidentes en las sucursales de Vea y de Emilio Luque, de Chango Más y de Gómez Pardo, además de negocios de barrio.

Hay una treintena de heridos en los hospitales -dos de gravedad, uno con un tiro en la cabeza y otro con un disparo en el pecho- y habría un muerto, tras chocar en moto en Juan B. Justo y México, luego de perpetrar un saqueo. La solución al conflicto no asomaba y el miedo y los tiros seguían hasta esta madrugada.

Mientras tanto, el gobernador José Alperovich intentaba sin éxito destrabar el conflicto con los policías. El principal servicio afectado fue el sistema 911, ya que los operadores, plegados a la revuelta, no contestaban los llamados pidiendo auxilio.