Cuatro años después de su primer concierto de Año Nuevo con la Filarmónica de Viena, el director argentino-israelí Daniel Barenboim regresará esta noche a orillas del Danubio. La función tiene como punto central, en esta ocasión, la conmemoración del inicio de la Primera Guerra Mundial; sin embargo, también podrán escucharse los populares valses de la dinastía Strauss.
El músico tiene la impresión de que entre él y la orquesta ha surgido una relación amorosa desde su primera vez. “Si no, no me habrían invitado”, comentó en una entrevista realizada por la agencia alemana de noticias DPA.
- ¿Qué le seduce del concierto de Año Nuevo?
- En primer lugar, la Filarmónica. No se deberían comparar orquestas, existen diferentes orquestas que tocan a un gran nivel. No obstante, hay determinadas cosas que pertenecen casi en exclusiva a “los vieneses” y este programa es una de esas cosas. Me fascinó el entusiasmo y el cariño con el que ensayaron hace cuatro años. Se podría pensar que tocan un repertorio de este tipo con el piloto automático en marcha, pero nada más lejos de la realidad. No han perdido aún la curiosidad.
- El ignorante podría pensar que entre cada uno de los valses no existe apenas diferencia...
- Para nada. Los valses son mucho más diferentes de lo que se cree. Algunos son más serios, otros más melancólicos. Existe el ritmo de los valses de Viena, en los que el segundo golpe viene algo más pronto y el tercero algo más tarde. Y existen diferentes maneras de tocarlos, la duración de los tonos y el fraseo. Una orquesta así, que domina a la perfección el estilo y que mantiene la curiosidad y reflexiona, es una revelación.
- ¿Puede acordarse de su primera impresión sobre esta orquesta?
- “Los vieneses” fueron la primera orquesta de nivel internacional que escuché. Venía de Argentina, tenía nueve años y escuché en 1952, en Salzburgo, un concierto y una ópera. Con todo respeto para la orquesta argentina, ¡jamás había oído una cosa igual! Después, en la década de los 60, toqué el piano bajo la dirección de Zubin Metha y de Karl Böhm.
- ¿Qué es lo que hace tan especial a la Filarmónica de Viena?
- Su sonido está unido a la idea del canto y del baile. Los músicos cambian siempre del podio de la orquesta al foso de la ópera y con ello ganan asociaciones a los textos y voces procedentes de las puestas en escena, riqueza que no puede concebir cualquier orquesta. No esperan pasivos a que un director los anime; tienen ya su propia idea del sonido. En el mejor de los casos, surge una maravillosa unidad con el director, que no podría surgir si él tiene que decir todo o si la orquesta no lo escucha.