Las enseñanzas que dejaron las elecciones de 2013 para el alperovichismo son claras: los tiempos de bonanza y de records electorales se agotaron. Por eso, para llegar a 2015 con expectativas de continuidad, el oficialismo local deberá agudizar el ingenio.
José Alperovich ya dijo a sus colaboradores que, dentro de dos años, será candidato a senador nacional. Es la salida lógica para un gobernador al que le llegó el momento de entregar el bastón de mando. Pero lo que el mandatario no está dispuesto a hacer es a ceder el poder. Alperovich percibe que la sangría comenzó desde antes de los comicios del año pasado. Por eso, conjetura, su objetivo de instalar a Juan Manzur como el heredero natural naufragó antes de salir a mar abierto: el vicegobernador en uso de licencia no obtuvo el 50% de adhesión. Hoy en el alperovichismo no está cerrada la candidatura a gobernador de Manzur ni descartadas las de Domingo Amaya u Osvaldo Jaldo.
En el oficialismo saben que frenar el drenaje que padecen será una tarea difícil. Para eso, diagramaron tres medidas en las últimas semanas. Todas, por supuesto, denotan el grado de debilidad que padecen los inquilinos de la Casa de Gobierno.
La primera opción que apunta a detener la fuga funciona con la billetera. Con el Pacto Social de renovación mensual, en Casa de Gobierno esperan tener a los intendentes haciendo fila cada 30 días y dando explicaciones de cada paso que den. Una víctima de ese sistema de riendas cortas fue el famaillense Juan Enrique Orellana: pasó de bravuconear a sentarse en silencio en el antedespacho de la Gobernación para firmar el convenio. Pero el objetivo mayor es contener al ausente intendente Amaya. La Capital aún no firmó el convenio, y en el PE esperan el regreso del jefe municipal de la Costa Atlántica para difundir la fotografía que hoy necesitan.
La segunda idea que cobra fuerza en el alperovichismo es la modificación de las pautas electorales. Como ya se dijo en esta columna, la amplia base multipartidaria que potenció la figura del radical José Cano no pasó desapercibida para el Gobierno. De ahí que en 2015, especulan, al hoy diputado podría resultarle sumamente útil el sistema de acoples: cuantas más listas colectoras tenga, mayor será el número de votos que obtendrá para competir por la Gobernación.
La tercera alternativa que se comenzó a barajar en el Palacio Gubernamental está ligada a la decisión de Alperovich de diputar una banca en el Senado cuando se le agote su voz de mando. La intención de no pocos alperovichistas es aprovechar el texto constitucional y unificar las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de agosto de 2015 con las elecciones generales provinciales de ese mismo mes. La Carta Magna local prevé que la fecha de los comicios pueda ser modificada para unirla a la nacional, con la única excepción de que el nuevo mandatario provincial sea votado dos meses antes de que concluya el mandato vigente (finalizará el 28 de octubre de 2015). En 2011, año de la segunda reelección de Alperovich, el oficialismo de entrecasa no quiso usar esa opción y los tucumanos fueron a las urnas dos veces en 15 días. ¿Qué beneficio les reportaría? Quienes le dan forma a esa posibilidad creen que los postulantes a cargos provinciales, desde gobernador para abajo, se verán favorecidos por el arrastre que supondría la presencia de José Alperovich en una boleta.
Aunque seductora para quienes pasillean la Casa de Gobierno, la unificación los pone frente a un dilema: ya no serán “amigos” del juez. Es que si se juntaran los comicios, las potestades de la Junta Electoral Provincial se limitarían a oficializar los candidatos locales y a proclamar a los electos. Sería la Junta Electoral Nacional la que organizaría y fiscalizaría toda la votación.