El virus ataca cada cuatro años. Es inevitable. Llega y contagia a prácticamente todo el mundo. Hasta ahora nadie encontró el remedio para curarlo. Tampoco resulta una tarea sencilla lograrlo porque los “enfermos” no muestran intenciones de evitar el contagio. Al contrario. La mayoría buscan la manera de ser alcanzados por el “mal” ya que sabe que indefectiblemente en pocos meses el efecto pasará y nadie se acordará de él hasta 2018.
La fiebre del Mundial está otra vez con nosotros y es muy sencillo comprobarlo. Basta con prestarle atención a las propagandas que ya inundan las pantallas de televisión; dominan las páginas de diarios, abundan en las revistas y empapelaron las paredes de la ciudad.
“Te llevamos a Brasil” es la frase más escuchada por estos días. Una oferta tentadora si se tiene en cuenta que viajar por medios propios no será sencillo. El primer obstáculo es económico. Los costos se fueron más allá de las nubes. Pero si alguien ahorró lo suficiente para concretar el sueño de verlo a Messi emular a Maradona recibiendo la Copa, se topará con el escollo más complicado: la falta de entradas en el mercado oficial. Apelar a la reventa o pagar sobreprecios por algún paquete turístico es la única solución a la vista.
Con tantos problemas, basta escuchar que alguna empresa ofrezca llevar hinchas argentinos para alentar a la Selección para dejarse tentar. El gancho, por estos días, es eficaz. No falla.
Pero no sólo de viajes y entradas viven los que promocionan sus productos. Una amplia franja de nuevos avisos están vinculados con el Mundial. Ahí aparecen fanáticos dispuestos a hacer todo para llegar a Brasil; los que piden frases de apoyo a los jugadores; los que recuerdan las grandes proezas mundialistas; los que promueven el clásico duelo argentino-brasileño. Messi y “Kun” Agüero son figuras repetidas en publicidades. Hasta el spot de un canal deportivo nacional fue premiado. Allí se muestra al papa Francisco hablando en Río de Janeiro diciendo que en Brasil habrá “Lío”. Las imágenes muestran a Messi convirtiéndole un gol a Brasil mientras se reproduce un mensaje del Papa cuando visitó ese país hace algunos meses.
La fiebre del Mundial ya está entre nosotros y se quedará hasta julio. Si aún no se contagió, no crea que está a salvo. Tarde o temprano, el virus entrará en su cuerpo y empezará a sentir las consecuencias.