Hubo un sólo minuto de los 90 que se jugaron ayer, en el que el ascenso de Bella Vista no parecía pan comido. Fue el que transcurrió desde el empate transitorio de Río Grande de La Mendieta, hasta el segundo del “Gaucho”. Uno de 90. Durante los otros 89, el “gaucho” tuvo todo bajo control y finalmente pudo coronar un ascenso como se debe: ganando 3-1 y gustando. Justo para conseguir una plaza en el Argentino B por primera vez en su historia.
El equipo de Marcelo Rubino arrancó la serie robándose un 1-0 en Jujuy y eso condicionaría todo este segundo partido. No hubo estudio previo ni reconocimientos en los primeros minutos, cada equipo mostró sus intenciones desde un primer momento.
Pero si alguien pensaba que Bella Vista iba a esperar que esos minutos pasen hasta lograr el objetivo, se equivocaron. Cambiar ataque por ataque, estando 1-0 en una serie final suena descabellado, pero así fue.
Varios corazones se pararon por un mano a mano que increíblemente desperdició el jujeño Miguel Impa justo antes del gol de Gastón Olmos. El anticipo del delantero “gaucho” fue un premio al convencimiento con el que estaba encarando el partido el local.
El segundo tiempo tendría esos 60 segundos inéditos en el partido. Incluso, cuando el local ya tenía un hombre de más. Una serie de rebotes en el área que defendía Ariel Guzmán y el central Carlos Impa, clavó el empate.
Bella Vista sacó del medio, perdió la pelota, un par de murmullos en las tribunas y parecía que todo lo que se había hecho antes, nunca había existido. Era el momento de las finales en el que Bella Vista debía demostrar de qué estaba hecho. Y Mauricio Salazar lo hizo, tirándose de cabeza a una pelota antes del despeje de un defensor. La pelota siguió su camino al arco y el pie pegó en la nariz del delantero. “Después me avisaron que había sido gol”, confesó el 9 que estaba tirado en el piso mientras las palmeras volvían a festejar en Bella Vista.
Fue el gol del ascenso. Un ascenso que esperó más de 90 años y logrado con absoluta justicia. Nada mejor que eso.