Hacer un pavimento defectuoso es un negocio fabuloso. ¿Para quién? Ese es otro tema, pero no hay dudas de que hacerlo mal es sumamente rentable. Se paga o se cobra dos, tres o más veces por algo que podría haberse hecho una sola vez. Encima, en una fiesta de contrataciones directas.
El asfalto es, por lejos, el emblema de la gestión alperovichista, mérito que involucra no sólo al gobernador y a sus funcionarios, sino a muchos intendentes y comisionados rurales. Lo paradójico es que las calles de la capital y del área metropolitana están cada día más intransitables.
El intendente Domingo Amaya pasará a la historia como el administrador de la ciudad que más arterias pavimentó y, al mismo tiempo, será recordado como el que más baches dejó. Difícil de explicar.
Alperovich y Amaya podrían escribir un tratado inédito en la historia política mundial: “Cómo gastar cientos de millones de pesos en destruir las calles de una ciudad”. Aunque es probable que no vendan muchos ejemplares.
El concejal Claudio Viña (FR) y su equipo están realizando un relevamiento de baches en la capital, con geolocalización. Llevan escrutados más de 900 pozos y el estudio aún no está concluido. Al menos la mitad de los baches corresponden a calles nuevas, repavimentadas o reparadas varias veces.
Quienes están acostumbrados a ver siempre el vaso medio vacío y a poner “palos en la rueda” pensarán que se han arrojado millones de pesos fiscales al fuego. Por el contrario, otros, subidos al tren de la felicidad oficialista, ven una empresa maravillosa. ¿Por qué hacer una vez algo que podemos hacer tres veces? Más obra pública, más fuentes de trabajo y la rueda del consumo que no se detiene. Y por si fuera poco, asignación de obras a dedo para beneficiar a los empresarios más carenciados.
El concejal José Luis Avignone (UCR) solicitó en varias oportunidades, por escrito, que se informe respecto de las contrataciones directas efectuadas para la reparación del pavimento de la ciudad. El municipio nunca le respondió. Para qué contestarle a un concejal que ve supuestos hechos de corrupción donde otros ven crecimiento, aunque sea de baches.
El edil radical también envió al menos 14 notas al intendente pidiendo explicaciones respecto de cuadras que, a pocos días o semanas de ser asfaltadas, ya exhiben ondulaciones y desperfectos (avenidas Roca, Sáenz Peña, Juan B. Justo, Avellaneda, Belgrano; y calles Catamarca, Francia, apertura de Lucas Córdoba y 24 de Septiembre, entre otras). Avignone hizo además un relevamiento en barrio Obispo Piedrabuena donde registró más de 50 baches en menos de 40 cuadras.
El propio municipio informó en marzo que el 70% de las roturas tenía su origen en pérdidas de agua o cloacas. Pero tampoco sanciona con las multas que le corresponden a la SAT en tanto no repare las pérdidas, según establece una ordenanza de 2009.
Tampoco hay un plan estratégico donde se incluya a las empresas de servicios públicos. Aquí se hace todo al revés: primero pavimentan y luego vienen EDET, Gasnor, la SAT, Telecom, etcétera y rompen todo.
Además, según los expertos, el asfalto es un pavimento apto para climas templados o fríos, donde se endurece, pero en climas lluviosos o calurosos, como Tucumán, su vida útil promedia los dos o tres años. Y si además soporta pérdidas de agua permanente; su espesor no es el que corresponde y los materiales no son los indicados, tal vez menos. Es lo que está pasando en Tucumán, donde hay calles nuevas que duran unas pocas semanas.
Caben sólo dos respuestas ante semejante despropósito: estamos en manos de incompetentes o somos víctimas del Cartel del Asfalto. Con seguridad, el día que la Justicia sea independiente, Alperovich, Amaya y varios otros funcionarios deberán dar muchas explicaciones.