Antes que un proyecto turístico, la declaración del Camino del Inca y sus sitios asociados como Patrimonio de la Humanidad busca el desarrollo científico y cultural. Eso es lo que aclaró ayer Mercedes Aguirre, directora de Patrimonio del Ente Cultural, uno de los organismos que se puso detrás de este plan desde su génesis en Tucumán. “No es que no pueda haber turismo ni desarrollar actividades turísticas, pero debe quedar claro que esta no ha sido ni la principal ni la más fuerte intención de esta declaratoria”, explicó, en diálogo con LA GACETA, la funcionaria de Patrimonio.
Con cautela
El sábado pasado, el Qhapac Ñan (“camino principal”, en quechua), más conocido como El Camino del Inca, entró a los registros de la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Quienes impulsaron desde el origen esta iniciativa que llevó más de 10 años y que involucró a seis países, celebraron la decisión del organismo internacional de incluir este sistema vial precolombino a su listado. Pero ahora, lo que se busca, es que ese entusiasmo prematuro no atente contra este patrimonio. Dentro del Camino del Inca se encuentran las ruinas conocidas como La Ciudacita, en las montañas tucumanas. El lugar, explorado casi únicamente por montañistas, apenas ha sido investigado por los científicos por las dificultades que implica su acceso. Con esta declaratoria, el próximo paso será entonces conseguir los medios para hacerlo.
“Es muy poco lo que se conoce de La Ciudacita. No han habido excavaciones arqueólógicas sistemáticas y todo lo que conocemos son hipótesis. De hecho, no se puede decir con precisión si fue un centro administrativo, religioso, una fortaleza, un centro astrofísico... son todas hipótesis”, señaló el arqueólogo Osvaldo Díaz, del área de Arqueología de la Dirección de Patrimonio. Díaz explicó que antes que planificar visitas, es necesario investigar y conservar el sitio.
Además del patrimonio arqueológico, lo que se buscará es conservar el patrimonio inmaterial de las comunidades de la zona. María Eugenia Rodríguez Pontet, responsable de esa área, explicó que para este fin se realizan charlas en las escuelas y mesas de diálogo con miembros de Solco Yampa, Alpachiri, Concepción, El Molino, entre otras localidades. En 2010 se formó, para consolidar el diálogo, la Mesa de Gestión Provincial, con representantes de las comunidades, de los gobiernos rurales, del parque Nacional Campo de los Alisos, el Ente de Turismo y otros organismos.
“Con la declaratoria se busca mejorar la calidad de vida de las comunidades, no avasallar su cultura y sus costumbres. El turismo puede generar trabajo y eso es positivo, pero es muy importante consolidar su identidad para que sean los actores principales en la defensa de su patrimonio”, señaló Rodríguez Pontet.
Con la declaratoria de la Unesco ha concluido una etapa que inició en el año 2001 el gobierno peruano y al que se acopló Tucumán en 2003. “A partir de ahora la responsabilidad se hace mucho más grande, sobre todo en la conservación del patromonio material e inmaterial del sitio. Se quiere generar desarrollo local, pero también revalorizar la historia y la cultura andinas”, resumió Aguirre.