Famaillá es una caja de sorpresas. En cada nueva visita, la ciudad de las esculturas y las réplicas asombra a los turistas con alguna propuesta que zamarrea la vista y la imaginación. Desde las copias a escala real de la Casa Histórica y del Cabildo de Buenos Aires, la capital nacional de la empanada ha pasado a instalar un parque jurásico en el Balneario Municipal. ¿Qué tendrán que ver los dinosaurios con la ciudad de los “Mellizos” Orellana? Nadie podría explicarlo, pero los “bichos” están ahí y no dejan de llamar la atención de chicos y grandes. Pero dejemos los animales prehistóricos para el final y comencemos por lo que mejor hacen los famaillenses.
En el Parque Temático del Bicentenario, a la vera de la ruta 301, se puede apreciar toda la impronta de esa ciudad sureña tucumana. Comidas típicas, monumentos, artesanías y réplicas de los edificios más emblemáticos de la Argentina están uno al lado del otro, esperando las fotografías y las bocas abiertas de las visitas. Y también el apetito, porque los platos regionales acá son los protagonistas y la empanada la soberana.
Tanto es así que un empresario local se animó a instalar una franquicia: Empanadas del Famaillá. “Vendría a ser como un McDonalds, pero de empanadas”, explica con total seguridad Enrique Medina, uno de los empleados del negocio que está cumpliendo su primera temporada de invierno. “La idea es que usted pueda comer las mismas empanadas acá en Famaillá, en la capital, en Concepción o en México”, se explaya. En los tres primeros lugares ya hay locales... pero para disfrutar de Famaillá en el exterior todavía hay que esperar. Lo cierto es que tienen 28 variedades de empanadas, desde las más tradicionales hasta las más inverosímiles.
Los domingos al mediodía, también en el Paseo Histórico, se puede comer lechón y cabrito a la llama, asado a la vista de los comensales. La calle se corta y se llena de mesas para que las visitas disfruten el almuerzo acompañado con folclore. Otra de las alternativas gastronómicas es el locro que se cocina en olla de hierro a la leña, con un sabor insuperable. No es caro: la porción cuesta $ 30 y las empanadas, en promedio, $ 7. También hay sánguches y pizzas, lo cual suena extraño en la “república de la empanada”.
Hablando de extrañezas: en el Cabildo, una réplica casi exacta del edificio que protagonizó la Revolución de Mayo en Buenos Aires, se pueden comer los platos regionales pero también comida árabe y española. La cazuela de pollo es una de las preferidas y se prepara con animales comprados a los vecinos. “En el super, ni regalados los pollos, no tienen gusto a nada”, explica el encargado del bar. Aquí y en otros locales del Paseo se come también parrilladas; de hecho, hay sucursales de dos reconocidas parrilladas de la ciudad: La Leñita y El Palenque.
Si la idea es comprar presentes para los seres queridos (el más típico es el imán con forma de empanada) el puesto La Morenita los vende en gran variedad. También se pueden comprar cazuelas, macetas y otros artículos de barro cocido.
Jurassic Park
La última obra en Famaillá es el parque jurásico ubicado dentro del Balneario Municipal, ese complejo gigante a la vera del río, con piletas, toboganes y, por supuesto, esculturas (en este caso de lobos marinos). El circuito de los dinosaurios está en el tramo final de su construcción, pero ya puede ser visitado. El ingreso al parque, durante la temporada de invierno, es gratuito y se puede también hacer un asado en los asadores y quinchos disponibles.
Enrique Coronel, jefe de seguridad del complejo, explicó que se instalaron 10 réplicas de los dinosaurios más reconocidos y que se han simulado escenas realistas de los animales comiendo y luchando entre sí. “A los chicos les encanta, además en todo este entorno natural se vuelve más atractivo”, explicó el empleado. En esta época las piletas están vacías, pero el Balneario está abierto de martes a domingo, todo el día, con acceso gratuito.
Por si no fueran suficientes las réplicas de la Casa Histórica, donde funciona un salón auditorio, y del Cabildo, en el Paseo del Bicentenario están construyendo otra imitación: la casa del Obispo Colombres, con trapiche de fibra de vidrio incluido. Definitivamente, Famaillá nunca deja de sorprender.