Dicen que en el alma de Monteros vibran cantos y fluyen poemas, como un manantial de noches de encuentros. Monteros, como la definió el recordado Manuel Aldonate es “ciudad de cuatro siglos que tienes, junto a Grecia, la virtud de la estrella que te signa la frente de Acrópolis del verbo y te alzas en el tiempo -ciudad de los poetas- solemne como un pájaro cantando allá en la copa celeste de los vientos”.
Los recuerdos arriman voces embriagadas de afectos y en el silencio de las siestas y las gargantas de las noches, aún se inquietan los duendes de la bohemia.
Monteros, tierra fértil de expresiones culturales y artísticas. Crisol de razas y fortaleza del folclore nacional. Sede galana y tempranera del “primer festival folclórico organizado institucionalmente por un municipio”. Tal cual lo cuenta y enuncia, con un dejo de orgullo y dignidad, el profesor Edgardo Sánchez Tello, que integró la primera comisión de esa cita con nuestra música.
El también farmaceútico describió que desde abril de 1965 ya habían comenzado a trabajar para la primera edición del festival monterizo. Y evocó a Cosquín, de Córdoba, que por ese año materializaba la quinta edición. La convocatoria cordobesa tenía una característica más acentuada pero que hasta hoy se mantiene: concurrían delegaciones de las distintas provincias de nuestro país. Y para ese enero de 1965, Manuel Aldonate, que integraba la delegación tucumana, fue invitado a hacer la presentación, es decir las glosas de la presentación del Jardín de la República”.
Según Sánchez Tello, Aldonate presentó los distintos rubros, canto, recitadores, humor, baile y el cuadro alegórico de la provincia con el ballet. “La voz de Manuel salía detrás de bambalinas. Es decir se la escuchaba pero a él no se lo veía. Aunque en la platea estaban ubicados poetas y escritores de la talla de César Perdiguero, Walter Adet, Manuel J. Castilla, Jaime Dávalos y otros que, intrigados por la buena presentación de la delegación tucumana, que esa noche se consagraron ganadores, se las ingeniaron para conocer al dueño de la voz y también creador de las glosas. Así se dieron con Manuel Aldonate, acompañado con pulcritud y talento por los músicos Federico Nieva, el Pato Gentilini, el recitador Orlando Galante y el bailarín de zambas Nicolás Sobrecasas y su pareja”, se explayó nuestro interlocutor.
Esa noche nació en la mente de Manuel Aldonate la inquietud de una fiesta provincial del folclore en Monteros. “Lo cierto es que Aldonate fue invitado al Festival Latinoamericano del Folclore, que organizaba el diario El Tribuno, con la supervisión del Puma Vasconcellos, otro poeta salteño de pluma resplandeciente y padre de uno de los integrantes del conjunto folclórico Los Huayra”, dijo Sánchez Tello.
Cuando Aldonate volvió de Salta, donde fue jurado del festival, la comisión organizadora del evento monterizo, presidida por él, logró convencer al entonces intendente, Antonio José Acosta, para realizar el primer festival folclórico monterizo, desde el 17 al 21 de noviembre, en las instalaciones del club Atlético Ñuñorco. Las tres primeras ediciones la organizó la comisión presidida por Aldonate y desde la cuarta a la sexta, don Julio Luis Olarte se hizo cargo de la presidenccia.
Como de festivales sabían poco, M. Aldonate logró que su amigo Gallardou (Apachaca) fuera contratado para organizar el festival. El indio había nacido el 29 de marzo de 1920, en De Bary, provincia de Buenos Aires. Falleció hace 7 años, el 3 de julio de 2007, en Hurlingham. Fue un poeta, escritor, periodista y compositor argentino. Era padre del actor Claudio Gallardou.
Se crió en Conhello, un pueblito de La Pampa. Sus padres fueron Juana Concepción Ramello y Pedro Alfonso Gallardou. Ellos tocaban instrumentos musicales como guitarra y acordeón. Aún muy joven, Apachaca comenzó a escribir sus primeros poemas. Realizó el servicio militar en Buenos Aires. Allí conoció a Délfor, un conocido cómico. A través de esta amistad conoció a Boris Elkin, poeta gauchesco con el que mejoró su arte poética y técnicas de recitado. En Venado Tuerto, Gaillardou conoció a un profesor de matemáticas llamado Góndola Navarro, quien le sugirió modificar su nombre, ya que era poco adecuado para recitar poesía indígena. Gallardou eligió como nombre artístico “Apachaca”, que significa “indio sin tierra”. Además propuso a Julio Di Palma como conductor, que en los afiches apareció como Juan Carlos.
Entre guitarras, bombos y violines
- PRIMERA COMISIÓN.- La primera comisión organizadora, además de la supervisión del otrora intendente Antonio Acosta y la presidencia de Manuel Aldonate, estaba integrada por Dora F. de Andújar, secretaria; Luis Núñez, tesorero; Carmelo Tripolloni, Juan C. Grillo, doctor Carlos Aldonate, Edgardo Sánchez Tello, Miguel Ahumada, Nora Navarro, Cristina Macció, Rosa Carlini, Hilda Pérez Fuentes, Lelia Guevara, Carlos Corroto y Próspero Barrionuevo, vocales.
- INCONDICIONALES.- Como apoyo logístico al Indio Apachaca y a Julio Di Palma, los conductores del encuentro folclórico, contaron durante las seis primeras ediciones realizadas en el club Ñuñorco, con la colaboración de “Fuyi” Jugo, Lucho Andújar y otros insignes de las letras, la bohemia y el buen beber. En la 25a edición trajeron a Paola Arias (foto arriba)
- ESCENARIOS.- La primera edición de Monteros de la Patria, Fortaleza del Folclore Nacional se realizó sobre un escenario alquilado a la firma Ferullo de la capital tucumana. Pero para el segundo festival se prefirió renovar el piso de madera de la municipalidad, ubicado en aquellos tiempos en Crisóstomo Alvarez 370, y usar los listones de madera para hacer un escenario gigante de 15 metros de frente por 10 a 12 m. de fondo. Los trabajos fueron dirigidos por el doctor Carlos Hugo Aldonate en la sede del club Ñuñorco.
- COINCIDENCIA Y ENOJO.- Las primeras ediciones del festival monterizo duraban cinco días. Precisamente en la segunda edición coincidieron, el miércoles 16 de noviembre de 1966, las actuaciones de Horacio Guaraní y Atahualpa Yupanqui. Fue tan grande la ovación que recibió Guaraní de la platea y la popular, que cuando le tocó el turno de entrar a Atahualpa, ya estaba un poco enojado y molesto y sólo atinó a cantar dos o tres temas y los demás los interpretó sólo con guitarra (viola). Al día siguiente se invirtieron las salidas y las cosas mejoraron. Esta vez fue Yupanqui el que se lució.
- EL SLOGAN.- A partir de 1967 se comienza a utilizar el famoso eslogan del Indio Apachaca (José Adolfo Gallardou) Monteros de la Patria, Fortaleza el folclore.
- CANCION Y PREMIOS.- En la tercera edición de Monteros de la Patria se afianzó el festival. Actuaron artistas de jerarquía y se concretó la primera feria de artesanías y productos regionales. La Canción del festival la ganó José Miranda Villagra, con “Canto a Monteros”. El segundo premio fue para “La Niña en el tejar”, de Sara Godo. En las ediciones mas recientes la figura convocante fue Jorge Rojas (foto derecha), el ex nochero.
- CACHARPAYAS.- Al mejorar la cartelera la tercera edición fue exitosa. Por la tarde había cacharpayas callejeras. Y las noches comenzaban a las 22. (foto centro)