El cumpleaños feliz sonará fuerte al mediodía de mañana, en la esquina porteña de Defensa y Chile, pleno barrio de San Telmo. La agasajada será Mafalda, la gran creación de Quino (Joaquín Lavado) que llega a los 50 años.
Su estatua está en el Paseo de la Historieta y, como regalo especial, será acompañada desde ahora por Susanita y por Manolito, infaltables en las tiras que comenzaron a publicarse el 29 de septiembre de 1964 en la revista Leoplán. En Buenos Aires, hay tres exposiciones en simultáneo que celebran a Mafalda.
Pocos personajes son tan internacionales como esta pequeña cuestionadora, ingeniosa y rebelde, que nunca envejece. Ejemplo de que la risa no está enfrentada a la reflexión, su preocupación por el futuro de la humanidad y por la paz mundial, tiene una actualidad que sorprende, pese a que dejó de imprimirse en 1973. Enemiga del consumismo, su nacimiento está vinculado a la publicidad: en 1962, el periodista Miguel Brascó le propuso a Quino idear una historieta que sirviera para promocionar (en forma encubierta) los electrodomésticos Mansfield, de la empresa Siam Di Tella. Una condición era que el nombre del personaje protagónico comenzase con M. La campaña nunca se concretó, y la leyenda se escribió desde otro lugar.
Mafalda fue traducida a una veintena de idiomas, elogiada por intelectuales y artistas, tomada como referente en debates e incorporada al acervo cultural global. “Me llama la atención que siga vigente así”, admitió Quino recientemente, en un año plagado de homenajes y reconocimientos, como el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades y la Legión de Honor de Francia, entre otros.