El año nuevo heredará del viejo un escenario peligroso para el rumbo económico: estancamiento con alta inflación. La economía argentina está actualmente inmersa en una fuerte, generalizada y creciente estanflación. Esa será la sombra que acompañará los 410 días que le quedan de mandato a la presidenta Cristina Fernández.
De acuerdo con los informes de las consultoras privadas, la inflación ronda el 40% interanual, mientras que el Producto Bruto Interno (PBI) caería este año entre un 2,5% y un 3%. Aún así, el Gobierno mantiene sus esperanzas de que haya un leve crecimiento, del 0,5%. Si se cumplen las proyecciones de los privados, habrá un arrastre estadístico negativo de 2 puntos porcentuales para el 2015 en términos de actividad económica.
En este escenario, la demanda de dólares aumenta y la caída de reservas se acelera. Si se compara septiembre (U$S 379 millones) con junio (U$S 161 millones), la venta de dólares ahorro aumentó un 135% y la cantidad de operaciones creció un 226%. Como contrapartida, se perdieron U$S 2.100 millones de reservas en los últimos 56 días hábiles. En síntesis, mes a mes la inflación se acelera, el deterioro del nivel de actividad aumenta, los problemas cambiarios recrudecen y la pérdida de reservas se incrementa, resume el último reporte de Economía & Regiones.
Sin embargo, la inflación, la contracción del PBI y la caída de reservas son sólo las consecuencias y no el origen de los desequilibrios macro. Es decir, la gente demanda más dólares y las reservas caen porque hay cada vez más desequilibrios. La causalidad no es reversible. Lo mismo sucede con la inflación y la caída del PBI, que se potencian “por culpa” de los crecientes desequilibrios. En términos médicos, la inflación, el PBI, las reservas y el mercado cambiario son los síntomas de la enfermedad macroeconómica, no sus bacterias, sostiene la consultora.
La mejor toma de decisiones (producción, inversión, ahorro, consumo, exportación, importación) exige saber si la actual dinámica se va a corregir, suavizar o agravar en el futuro. En este sentido, el futuro de la economía dependerá de las medidas de política económica que aplique el Gobierno nacional y de la formación de expectativas de los agentes económicos, que justamente estarán condicionadas por el accionar del Gobierno.
“La volatilidad cambiaria continuará y, en ese marco, lo más razonable es que la Casa Rosada llegue a un rápido acuerdo con los holdouts”, indica a LA GACETA Dante Sica, director de Abeceb.com. Según el ex secretario de Industria de la Nación, ese arreglo generará menos distorsiones para la economía. “Lo ideal sería no potenciarlas”, agrega en referencia a los problemas con el tipo de cambio y la inflación.
No obstante, el economista Hernán Lacunza cree que un entendimiento con los fondos buitres no necesariamente significará un escenario de holgura para el Gobierno. “No debería caerse en la euforia porque, después de tanto trauma, los capitales que vayan llegando sólo servirán para alentar un leve crecimiento y darle cierta capacidad de maniobra cambiaria a la actual gestión”, acota.
Según Economía & Regiones, existe la posibilidad que, más por miedo que por vocación, el gobierno acuerde con los holdouts para no llegar a otro enero como el del año pasado, cuando se devaluó el peso argentino en más de un 20%. Con “acuerdo y endeudamiento”, pero sin cambio de políticas fiscal y monetaria, sólo se lograría amortiguar el escenario negativo 2015, porque el ingreso de dólares frescos sería insuficiente y no alcanzaría para revertir las expectativas en forma completa. “Sin divisas frescas, la economía seguirá estancada. El déficit seguirá creciendo y esto llevará a más uso de reserva y a más emisión, es decir, más estanflación”, agrega Lacunza.
Luis Secco, director de Perspectivas Económicas, sostiene que no hay muchas expectativas de que el modelo cambie. “Hay una clara vocación del Gobierno por comprar tiempo, de no resolver los problemas de fondo, y su fin es llegar al final de mandato sin crisis”, dice el economista.
Desde el massismo, el ex presidente del Banco Central, Martín Redrado, indica a nuestro diario que “a través del apriete y sin políticas coherentes, el Gobierno llegará a los tumbos al final del mandato”. A su entender, “hay poca capacidad de gestión y esto hace prever que se vienen seis meses complicados para la economía argentina”. El final de este traumático proceso lo terminará pagando el que viene, acota el economista.
Orlando Ferreres no cree que en 100 días, como plantean algunos expertos, se puedan corregir algunas cuestiones complicadas como el cepo cambiario. Desde su experiencia como viceministro de Economía de la Nación, afirma que, cuanto menos, se necesitarán tres años para ver los resultados del cambio. “Esos 100 días pueden servir para generar un shock de confianza, pero elaborar medidas, sacar leyes y ver que resultan demandará tres años”, insiste.
Aldo Pignanelli, ex titular del Banco Central, observa un panorama sombrío si la Casa Rosada no logra reinsertarse en el mercado internacional de crédito. “Con un déficit equivalente a 5 puntos del PBI, los números de 2014 se repetirán en 2015, con un PBI cayendo un 3% y una inflación anual del 40%”, señala.
Más allá de observar una situación complicada para la transición hasta el final del mandato de Cristina, el 10 de diciembre de 2015, Pignanelli le da crédito a la posibilidad de ver una luz al final del túnel. “Por más difícil que parezca todo, en economía no existe el Apocalipsis”, finaliza.