Cientos de corredores tucumanos recorren a diario diferentes caminos. A bordo de un par de zapatillas se sienten vivos. Es su naturaleza. No conciben quedarse quietos. Cada zancada los exige, los hace transpirar, les causa dolor y placer. Les llena el alma. Aunque no persiguen a nadie, van detrás una sensación de bienestar difícil de traducir en palabras. Es el caso de Juan Pablo Briga, quien hace seis años ingresó escéptico en el mundo del running y hoy no comprende otra forma de vivir. “Creo que voy a correr hasta que no pueda más, hasta que me muera. Lo hago porque me siento bien. Hoy es una necesidad”, cuenta el mediofondista de 29 años.
En 2008 aceptó el desafío propuesto por su padre José “Pepe” Briga (también corredor) y comenzó a entrenarse junto con él. Tres meses más tarde debutó en una maratón de 5 kilómetros en Villa Mariano Moreno y finalizó entre los 10 primeros. “Me di cuenta de que si me dedicaba me iba a ir bien. Comencé a mejorar y entré en eso de querer superar los tiempos cada vez más. Ahora, cuando paso un día sin entrenar, me da culpa. Anímicamente siento la necesidad”, afirma el estudiante de Educación Física.
Briga se hace un lugar entre sus obligaciones, se calza las zapatillas seis veces por semana y suda en las calles del parque 9 de Julio, donde desde hace seis años encontró bienestar y muchos amigos. “Siempre me hablaban de que el ambiente del running era un mundo aparte. Me contaban sobre el compañerismo. Yo hacía fútbol y pensaba que era similar, pero es muy diferente. Uno comparte cosas entrenando, algo que no se hace en otros deportes. Mientras vas trotando te vas haciendo amigos”, afirma.
Más allá de lo físico
Quienes corren habitualmente salen a gastar las suelas sin importar el clima o cuán cansados estén. El cuerpo les exige mover las piernas y eso tiene sus réditos en muchos niveles. “Repercute de manera positiva en otras áreas, como el trabajo o el estudio. Es una sensación de bienestar, es un cable a tierra”, cuenta.
- ¿Por qué te gusta correr?
- El atletismo se disfruta más cuando se ha terminado. Cuando uno va corriendo a veces mantiene una pelea mental con uno mismo. Al final, a uno lo invade un sentimiento de realización personal, de que ha alcanzado su objetivo.
- ¿Qué le recomendarías a quienes no corren?
- Antes me preguntaba cómo a alguien le puede gustar correr si es siempre lo mismo. Ahora, al que no lo hace le aconsejo que se anime y que se largue. Sin distancias ni tiempo; que haga lo que sienta. Que vaya a trotar después de un día pesado de trabajo y que evalúe los sentimientos que tiene al final. Quizá, al principio, le duelan los músculos y quede cansado, pero después notará un estado de tranquilidad que va más allá de lo físico.
Un error habitual entre los que recién comienzan en el mundo del running es intentar alcanzar objetivos y ritmos para los que no se han entrenado. Es allí cuando aparece la frustración y algunos tiran la toalla. “Me pasó una de las primeras veces, cuando tuve que correr 1.500 metros contra Rafael Lencina”, recuerda Briga. “Lo quería seguir a muerte. Íbamos juntos hasta los 1.000 metros, pero me di cuenta de que no podía. Tuve que abandonar. Me sentía muy mal. Después entendí que es un proceso progresivo. Uno no nace siendo Messi”.
Salir adelante con tan poca experiencia no fue fácil, según recuerda. Fue un proceso de meditación. “Entendí que no hay que seguir a otro. Hay hacer la propia carrera en base a lo que se ha entrenado y a cómo se siente uno. Así fui saliendo. Aprendí que no lo tengo que volver a repetir”.
Ya sea en competencias (o no), llega un instante de agotamiento que pone a prueba a todo runner. ¿Cómo se hace en esos momentos para continuar y cumplir con el objetivo trazado? Es una cuestión mental, sostiene el mediofondista aunque aclara que detrás debe haber un buen entrenamiento.
“La gente que no corre habitualmente a veces no se da cuenta de que también se entrena la parte mental. Mientras se va entrenando, se va creando una disciplina y se va fortaleciendo”, explica.
Lo que se viene
La especialidad de Briga son carreras de entre 1.500 metros y 10 kilómetros. Este año, sin embargo, logró completar dos medias maratones y, por los buenos resultados, fue citado por el equipo “Tucumán Team”. Participará en febrero del “Cruce de los Andes”, una competencia en equipos de 12 integrantes en la que cada uno debe correr 42 km; comienza en Argentina y finaliza en Chile. Será su debut en una maratón.
A pesar de la exigencia de la carrera, siente que los desafíos y las satisfacciones llegarán en la medida que continúe ejercitando su cuerpo y su mente. “No me animo a soñar o a ponerme el objetivo de alcanzar algo muy grande. No es que no quiera, sino que todos los días entreno para mejorar en cada competencia. A medida que vaya mejorando los objetivos, los logros se van a dar solos”, analiza.