MADRID-BARCELONA.- Veinte días después de la consulta no oficial sobre la independencia en Cataluña, el jefe del gobierno español, Mariano Rajoy, acudió a la región del noreste de España para afirmar allí su rechazo al proceso secesionista del presidente catalán, Artur Mas. Es “un viaje a ninguna parte”, dijo.
La expectación era grande ante su presencia en Barcelona por vez primera desde que Mas sacó las urnas a la calle el 9 de noviembre desafiando la prohibición del Tribunal Constitucional. Rajoy llegó además solo unos días después de que el líder catalán presentara un plan para conducir a la región a la independencia en 18 meses.
“Son 18 meses de viaje a ninguna parte (que se unen) a los casi 50 meses que le han precedido desde que Mas llegó al poder. Nunca un gobernante había perdido tanto el tiempo y provocado tanta inestabilidad”, manifestó.
El jefe del Ejecutivo español rechazó reunirse con autoridad catalana alguna durante su visita y se limitó a clausurar un foro de su Partido Popular (PP), desde el que dirigió su mensaje más allá de los límites de la formación conservadora, extendiéndolo a todos los catalanes no independentistas. Se presentó como un gobernante responsable frente a Mas, al que reprochó fomentar la división de los ciudadanos de Cataluña y haber sumido a la región de 7,5 millones de habitantes en un “déficit de gobierno o desgobierno” con su proceso secesionista. “Hemos atendido las necesidades y preocupaciones de los catalanes, que son muchas”, aseguró Rajoy. Recordó que su gobierno ha tomado medidas para ayudar financieramente a Cataluña -la región más fuerte económicamente pero la más endeudada- e insistió que seguirá haciéndolo porque es su obligación.
La nueva hoja de ruta que Mas presentó esta semana pasa por convocar unas elecciones anticipadas a modo de plebiscito a las que concurra una lista única independentista y, si gana por mayoría absoluta, construir los pilares del nuevo Estado durante 18 meses, lo que incluye una negociación con el gobierno español, para luego convocar elecciones constituyentes. Sería después de esos comicios cuando se proclamara la independencia.
Rajoy, que desde que Mas inició su proceso hace dos años ha rechazado toda posibilidad de un referéndum de autodeterminación, insistió en rechazar la negociación con él sobre la independencia. “No voy a permitir que se juegue con la igualdad de los españoles ni con sus derechos fundamentales, ni lo hice ni lo haré”, dijo.
El presidente del gobierno estuvo en Cataluña poco más de dos horas, después de casi seis meses sin pisar la región. Su viaje obedecía también a la intención de acallar las críticas dentro y fuera de su partido por su inacción frente al independentismo.
Su discurso fue duro con Mas, sin lugar para la conciliación. “Si Mas pretendía presentar una Cataluña independentista ha fracaso en toda regla”, señaló sobre la consulta del 9 de noviembre, en la que 2,3 millones de personas, un tercio de las que podían hacerlo, acudieron a votar desafiando el veto del Constitucional.
La fiscalía ha respondido a la consulta con una querella contra el presidente regional y su gobierno por desobediencia, la cual ha supuesto la ruptura de los pocos puentes que quedaban entre el gobierno catalán y el español, ya que el catalán ve la mano del Ejecutivo de Rajoy detrás de ella.
“No fue una consulta: fue una farsa; dos de cada tres personas no participaron en el simulacro”, insistió Rajoy.
El gobierno de Mas -una coalición encabezada por nacionalistas- le reprochó por boca de su vicepresidenta, Joana Ortega, haber viajado a Cataluña para “hacer un mitin” sin propuestas y lleno de “descalificaciones”. (DPA)