No es lo mismo declarar una emergencia económica el primer año de gobierno que decidir no pagar las deudas una docena de años después. ¿Nada cambió desde aquel momento a hoy? Cuando José Alperovich se hizo cargo del Poder Ejecutivo venía del Senado pero seguía siendo el hombre que manejaba las finanzas de la provincia. Consultó varias veces con sus hombres de confianza si debía o no renovar la emergencia económica. Por entonces era una herramienta fundamental para asegurarse de dinero fresco en la administración provincial. Decidió que era conveniente para un Estado chico, vapuleado, maltratado y que vestía un traje andrajoso. Doce años después es muy distinto el presupuesto y los dineros que maneja este Estado que tiene un ropero lleno para vestirse según la ocasión de frac o de elegante sport. Esta emergencia económica -debiera llamarse financiera- abre una nueva instancia de negociación. El gobernador tiene el mismo nombre, pero no es el mismo. Ya no consulta; tampoco duda. Da la orden y se cumple. El ciudadano iluso y desprevenido hubiera soñado tal vez que era importante un Estado ordenado que limpia sus deudas como el mismo Estado le exige al contribuyente. Pero, no. Han pasado 12 años y Alperovich no logrado borrar la emergencia. O, mejor dicho, no quiere, le trae muchas conveniencias.

Rencillas
Históricamente los hombres y mujeres de la Justicia se sentían cómodos en su limitación de hablar sólo a través de sus sentencias. Los tiempos han cambiado notablemente. Incluso, el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Ricardo Lorenzetti viene predicando desde que asumió la necesidad -y la importancia- de que los inquilinos de los Tribunales se acerquen y tengan un “diálogo” abierto con la sociedad. Fue uno de sus pilares fundamentales cuando asumió y se propuso sacar a la Justicia de sus crisis de credibilidad. En Tucumán ha tomado ribetes farandulescos que podrían hacer repensar algunas cosas al titular de la Corte.

Esta semana que ya nunca volverá dejó gestos adustos en Tribunales. No hacía falta la pelea entre la jueza Mirta Lenis de Vera y el fiscal Guillermo Herrera. La magistrada que había sido criticada por Herrera, señaló con dureza que el fiscal no había investigado correctamente. Cual dúo Pimpinela, el fiscal se despachó con una frase innecesaria: “quiere que haga magia”. Si un fiscal de la Provincia no puede investigar una causa trascendente como la presunta estafa de Jorge Rigourd, algo anda mal en los Tribunales. En su obligación de investigar pudo haber exigido que le den los elementos y hasta la posibilidad de contratar expertos para revisar el accionar del financista tucumano. Pero no se hizo y todo se diluyó en una pelea con la jueza. El ministro fiscal, Edmundo Jiménez, nada dijo de esto; y el presidente de la Corte, Antonio Gandur, tampoco.

No fue lo único que dejó un sinsabor sobre el desempeño de la Justicia. Un policía que había sido acusado de ser saqueador en los espantosos días vividos en diciembre del año pasado quedó libre por un error de tipeo de la Fiscalía a cargo de Adriana Giannoni. El juez Víctor Manuel Pérez dejó en libertad al supuesto saqueador cuando en realidad podía enmendar semejante error. Aquí no hubo discusiones entre el fiscal y el juez, pero quedó la sensación de injusticia. Tampoco dijeron nada ni en el ministerio Fiscal ni en la Corte. Donde sí cuestionaron todo el proceder fue en la Casa de Gobierno donde los hombres del ministerio de Gobierno y de Justicia recordaron que en aquel diciembre los fiscales pidieron la detención de los policías sediciosos, y les costó mucho encontrar al juez, que era el mismísimo Pérez.

En el Palacio de Justicia no hay tranquilidad porque mientras unos se quejan porque la Corte no se pronuncia o toma cartas en determinados asuntos, otros no se soportan cuando se les recrimina determinado proceder. Algunos magistrados rumiaron su malestar con el titular de la Corte porque firmó una circular a título personal -no fue una acordada- en la que les recriminaba sus procederes. Gandur recibió quejas también de sus pares por haber actuado en soledad. Ni los vocales firmaron la circular ni opinaron; ni la Asociación de Magistrados puso el grito en el cielo.

Las tensiones no son sólo patrimonio del Poder Judicial. En el Consejo Asesor de la Magistratura, sus integrantes mostraron los dientes. En el último plenario -salvo la presidenta Claudia Sbdar- todos los consejeros titulares presentes se despacharon con durísimas críticas contra la constitucionalista Carmen Fontán, quien cuestionó la designación del titular de la Escuela Judicial. En el encuentro nadie escatimó críticas contra la jurista, que habiendo obtenido el primer lugar para conducir esa institución fue desplazada. Faltó la prudencia. Así, los integrantes del CAM dejaron una pobre imagen de sus responsabilidad para afrontar este tipo de episodios. Fueron innecesarios los improperios contra Fontán.

En ascenso
Muchos agoreros anunciaron que a fin de año se empezarían a definir los candidatos para el año que viene. Se equivocaron: 2014 se está despidiendo y no hay nada. La sorpresa es que entre los oficialistas han empezado a reconocer que Domingo Amaya sigue creciendo en las encuestas. “Es lógico: hace muy poco ha definido que quiere ser candidato a gobernador, pero pronto va a llegar a su techo”, advierte un “sijosesista” que reconoce saber que en las encuestas se nota un estancamiento del radical José Cano y del “candidato que Alperovich inventó”, Juan Manzur. Paralelamente, el partido Justicialista ha puesto en marcha sus elecciones internas y mientras convoca al Congreso la única candidata que aparece en el horizonte es Beatriz Rojkés. Por ahora, es la única corredora en carrera. La pregunta es si Amaya participará en ella o si mandará algún piloto para competir. La senadora Rojkés intentará seguir al frente del PJ, pero volverá a desafiar a la historia justicialista, que suele tener a la cabeza del partido a quien va a gobernar. Salvo que su marido cambie de opinión… y de fórmula.

Hasta ahora, se augura que la madre de las batallas se librará en la Capital. En los comicios de 2013 quedó polarizada entre Cano y Manzur. El radical venía entrenando a Silvia Elías de Pérez para que suba al ring pero aparecieron otros contendientes, internos y externos. Entre los primeros se anotan las candidaturas del diputado Luis Sacca y del legislador Federico Romano Norri y los que puedan salir de los socios del Acuerdo Cívico. Entre los externos aparecen Gerónimo Vargas Aignasse, que no termina de ser socio aunque está atado a lo que decida Sergio Massa y su proyecto nacional. También se anota en este lote Germán Alfaro, que quiere ser intendente de la mano de Amaya y se apoya en los votos que consiguió en 2011 cuando fue el acople más votado de la Capital.

Curiosamente, tanto Vargas Aignasse como Alfaro, en aquel 2011, trabajaron para Manzur. El oficialismo alperovichista ya puso como candidato en la Capital a Pablo Yedlin.

De esta manera la Capital promete un enfrentamiento entre cuatro ejércitos: el de Cano; el de Vargas Aignasse; el de Alfaro y el de Alperovich (Yedlin). Según las encuestas se debería sumar un quinto: Ricardo Bussi.

En los comandos de campaña los estrategas especulan con que Vargas Aignasse podría sacarle votos a tres: a Yedlin, a Cano y a Amaya. Lo mismo podría ocurrir con Alfaro empuñando el escudo de Amaya. Bussi, en tanto, afectaría al electorado de Cano, como ya lo hiciera décadas atrás cuando apareció como un emergente de la democracia. A estos generales habrá que sumarle la lucha de los coroneles que harán una guerra de guerrillas por sus bancas. Guillermo Gassenbauer, quien en el último tiempo vive tensiones con sus pares, es uno de los principales contendientes. Armando Cortalezzi, y Santiago “Cacho” Cano operan desde la Caja Popular y el Concejo Deliberante, respectivamente. A ellos se han sumado el legislador Ramiro González Navarro y el concejal Ignacio Golobisky.

Las fiestas llegan con demasiados motivos para desconfiar y pelear que con razones para brindar. No es para sorprenderse. Durante estos 12 años todo dependió del puño del gobernador Alperovich; y a partir de 2015, él no va a estar. Antes de que llegue el Año Nuevo, las distintas instituciones y políticos están empezando a darse cuenta. Por ahora, lo único que seguro queda es la emergencia financiera, es decir, la decisión de no pagar las deudas o de negociarlas de la mejor manera.