La edición actual de la revista satírica francesa Charlie Hebdo está agotada y tras el sangriento atentado no está claro si esta publicación de culto alguna vez volverá a salir. Entre los doce muertos por las balas de los terroristas hay ocho periodistas, entre ellos el director Stéphane Charbonnier, alias Charb, de 47 años. “Perdí a todos mis amigos”, comentaba consternado en televisión Philippe Val, el anterior director de Charlie Hebdo. Los atacantes hicieron callar a periodistas que trataban temas serios con un humor mordaz: “No puede ser que triunfe el silencio”.
Todo indica que jóvenes islamistas propinaron a Francia el golpe más duro en décadas. Al parecer, vivían cerca de la redacción de Charlie Hebdo. Sus nombres son Said y Chérif K., hermanos, de 34 y 32 años respectivamente. Enmascarados, los hermanos asaltaron este miércoles la redacción y dispararon con una kalashnikov a su alrededor. Al salir del edificio, asesinaron además a un policía y proclamaron su odio: “Alá es grande”, “Vengamos a Mahoma” y “Matamos a Charlie Hebdo”. Un joven de 18 años al parecer les ayudó. Este hecho horroroso sumió al país, ya de por sí golpeado, en una profunda crisis. La economía está empantanada, las reformas son controvertidas y los niveles de popularidad del presidente socialista, François Hollande, son más bajos que los de cualquiera de sus antecesores.
A ello se suma que la integración de los extranjeros es muy complicada. La relación entre musulmanes y no musulmanes es más tensa que nunca antes. En Francia viven cinco millones de musulmanes, muchos de ellos en los marginados suburbios. Allí casi la mitad de las personas está desempleada.
La frustración lleva a los musulmanes más jóvenes a buscar alternativas. Al parecer, ya son unos 1.000 los jóvenes franceses los que se unieron a la milicia terrorista Estado Islámico (ISIS). Observadores políticos temen ahora que el atentado profundice esta grieta en el país y refuerce los resentimientos hacia los musulmanes. El verde Daniel Cohn-Bendit ya señaló: “Esto no tiene nada que ver con el islam” y valoró positivamente que asociaciones musulmanas en Francia hayan tomado distancia del atentado.
Sin embargo, el atentado puede darle más apoyo al Frente Nacional de Marine Le Pen, de extrema derecha. La política ya se apuró a afirmar que está claro que la agresión fue perpetrada por fundamentalistas islámicos. Hollande quiere luchar contra esto y pidió a los franceses mostrar unidad ante el terrorismo. Se reunirá, entre otros, con Le Pen y con su antecesor Nicolas Sarkozy. El jefe del conservador partido UMP se sumó a Hollande e instó a los franceses a resistir a esta “barbarie”. En la Place de la République, en el centro de París y cerca del lugar del atentado, se reunieron espontáneamente miles de personas y se pudieron ver muchos carteles con la frase “Nous sommes Charlie” (Nosotros somos Charlie).
Grandes empresas de medios anticiparon que harán todo lo posible para que la revista pueda seguir viviendo. Varios diarios publicaron una portada casi completamente negra. El progresista “Libération” escribió sobre fondo negro “Nous sommes Charlie”. Y el conservador “Le Figaro” tituló: “La liberté assassiné” (La libertad asesinada).
Pero a pesar de toda la indignación también hay críticas a Charlie Hebdo. En el británico “Financial Times”, el redactor jefe Tony Barber habló de “irresponsabilidad” de la revista satírica. “Francia es el país de Voltaire”, señaló, pero en Charlie Hebdo se tomaron demasiadas veces decisiones irresponsables. La revista nunca permitió que nadie la callara. Con la Iglesia católica, por caso, tuvo incontables juicios. El director Charb dijo una vez: “Prefiero morir con la cabeza en alto que vivir de rodillas”.