BUENOS AIRES.- El suicidio es la principal hipótesis que surge en la investigación de la muerte del fiscal del caso AMIA, Alberto Nisman, ocurrida hace una semana, aunque tanto su familia como el Gobierno y gran parte de la sociedad argentina se muestran incrédulos frente a esta teoría.
Las pericias realizadas hasta el momento por la Justicia determinaron que el disparo que acabó con la vida de Nisman se hizo a menos de un centímetro de distancia de la cabeza de la víctima, con el arma apoyada en la sien derecha, y que en la escena no había otra persona más que el fiscal.
Además, no hay indicios de que Nisman se hubiera intentado resistir o peleado con el o los posibles atacantes.
Sin embargo, tampoco se encontraron restos de pólvora en la mano que Nisman, presuntamente, utilizó para dispararse, aunque la fiscal del caso, Viviana Fein, relativizó este resultado. Pese a versiones diferentes, los investigadores indicaron que la puerta principal del departamento que habitaba Nisman y donde murió el domingo último se encontraba cerrada desde adentro, al igual que otro ingreso que tiene la vivienda.
Tenía miedo
En tanto, las pericias comprobaron que el arma utilizada es una pistola de calibre 22 que Diego Lagomersino, un colaborador de Nisman en la fiscalía, le llevó un día antes porque, según declaró, el fiscal tenía miedo de que sus hijas corrieran peligro.
Según publica el diario “La Nación”, horas antes de que Lagomersino le llevara la pistola Nisman había pedido asesoramiento a uno de los 10 policías que lo vigilaban para comprar un arma, la que, según el testimonio del custodio, llevaría en su auto cuando saliera con sus hijas.
Cuatro días antes de ser hallado sin vida en el baño de su departamento, Nisman había denunciado a la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, y al ministro de Relaciones Exteriores, Héctor Timerman, de promover en secreto con el gobierno de Irán un supuesto acuerdo de “impunidad” a cambio de beneficios comerciales.
Para Nisman, el objetivo de ese plan era despegar del caso a siete ex funcionarios iraníes -entre ellos, el ex presidente Ali Rafsanyani- que, según su investigación, participaron con distintas responsabilidades en el ataque terrorista contra el edificio de la mutual judía. Éste tuvo lugar en 1994 y causó 85 muertos y cientos de heridos.
Nisman tenía previsto dar cuenta de su denuncia el pasado lunes en el Parlamento, pero apareció muerto un día antes.
En los nueve años que Nisman estuvo al frente del caso AMIA, tras ser designado por el entonces presidente Néstor Kirchner, basó gran parte de su investigación en el trabajo que realizaron agentes de inteligencia que, a fines de 2014, fueron desplazados de su cargo por el gobierno. A este sector apunta el kirchnerismo como presunto responsable de la muerte del fiscal y como parte de un plan de “desestabilización”.
El mensaje enviado al gobierno con este hecho, según el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, es el “típico de las mafias”.
“Los interrogantes que se convierten en certeza. El suicidio (que estoy convencida) no fue suicidio”, escribió Kirchner en una carta hecha pública el jueves.
Fue usado
Según la jefa de Estado, Nisman fue “usado” para llevar adelante la acusación contra el gobierno y luego, en ese escenario, acaso presionado para terminar con su vida, una hipótesis que tampoco descarta la fiscal Fein.
También la familia de Nisman descree de la hipótesis del suicidio y pidió a la Justicia tomar en cuenta todos los elementos que puedan surgir de la investigación.
“En Argentina hay grupos que trabajan impunemente con el apoyo del gobierno y tal vez se sintieron amenazados por la denuncia”, expresó Gustavo Perednik, amigo de Nisman.
Una encuesta privada expresó que en opinión del 70% de los consultados el hecho “quedará impune”, mientras que un 69,3 % “descree y sospecha de los resultados de la investigación”.