BUENOS AIRES. - Los primeros 15 años de este siglo dejan a la Argentina bajo la impresión de un país envejecido y con sus estructuras físicas e institucionales derruidas. El riesgo permanente de un colapso energético -ya no importa si es invierno o verano-, la máquina de impedir burocrática, la situación de default, la emergencia pública en todos los sectores y una ola de crímenes, rubricada con una guerra de espionaje, son una pequeña síntesis de la Argentina construida durante la era kirchnerista.
En el medio, millones de personas que no pueden planificar sus vidas más allá de las próximas 24 horas. Hay datos que sorprenden. La Argentina no tiene agenda para 2015 y está fuera de todas las agendas del mundo para este año.
En su estado de virtual default, el mundo económico y financiero ha tachado el nombre de la Argentina de sus respectivas planificaciones. Lo mismo ocurre a nivel local donde las principales compañías y entidades financieras han optado por tomar una actitud de extrema cautela hasta tanto el horizonte electoral ponga fin al siglo XX en la Argentina.
“La Argentina es un país que no quiere salir del pasado porque a sus dirigentes les cae cómodo y a sus habitantes también. Y así va dejando pasar oportunidades y va presenciando su propia ruina”, comentó en un diálogo informal un directivo de una importante multinacional, para luego rematar señalando que “es de esperar que la sociedad reaccione y no se acostumbre a vivir entre dinosaurios porque de lo contrario, el país perderá el tren de la historia”.
El frente financiero
El año despierta con una economía en franco deterioro, con ventas al mercado interno en retroceso y con exportaciones derrumbándose, mientras que la inflación no cede.
Un frente financiero muy severo ha obligado al Palacio de Hacienda a manotear dólares de empresas como YPF, aumentando su pasivo de manera peligrosa. Tal como ocurriera en los años ‘80, las empresas terminan financiando al Tesoro para el pago de la deuda con nueva deuda, agigantando el rojo. Es que los más de 20.000 millones de dólares de vencimientos de deuda -pública y privada-, meten presión a las escasas reservas del Banco Central, fuertemente amenazadas por más obligaciones y sólo apuntaladas con préstamos de cortísimo plazo.
Si la solución del gobierno a la carencia de divisas, consiste en no pagar las importaciones, el efecto será más contractivo para la actividad económica y con serias consecuencias para los niveles de empleo.
La deuda por importaciones no pagadas alcanza a 5.000 millones de dólares de las cuales, la mitad corresponden a la industria automotriz. “Nos fuimos con las manos vacías. Vinimos a una reunión, nos piden que definamos una política de precios para 2015 y no nos dicen como nos van a liquidar las divisas que nos deben. ¿Qué estructura de costos podemos elaborar si no sabemos si vamos a contar con insumos”, se preguntó amargamente un directivo de una terminal, al término de un cónclave con el secretario de Comercio.
Aun con todo, las empresas buscan salidas alternativas para no dejar caer la actividad, en especial en el interior del país donde muchas compañías son el sustento económico de ciudades enteras. “Nosotros tratamos de mantenernos activos, pero nadie nos soluciona problemas como es el poder llegar a los puertos de manera rápida y con menores costos. Así nos resulta muy difícil poder competir y si a esto se le suma, la presión fiscal y las retenciones, no garantizamos que podamos mantener la actividad industrial”, comentaba un industrial del norte argentino.
Los problemas se repiten y alimentan nuevas crisis con los mismos errores del pasado, un pasado que nadie parece querer abandonar. Al fin de cuentas, la diva televisiva tenía razón, los dinosaurios están vivos...