Matías Ola somete su cuerpo a temperaturas y a esfuerzos extremos. Este deportista tucumano de 30 años lleva tres nadando en aguas abiertas a muy bajas temperaturas en distintos mares del mundo. ¿La razón? Lograr que en la provincia haya un centro deportivo de alto rendimiento para que los jóvenes puedan entrenarse y convertirse en atletas. Ola reniega de la falta de inversiones privadas y públicas en infraestructura deportiva. Pero no pierde la esperanza: cree que su esfuerzo será un motor de cambio que vaya más allá incluso de la concreción de ese sueño en particular. En marzo cruzará a nado el estrecho de San Carlos, en las Islas Malvinas, para promover la concordia entre argentinos y británicos.
La semana pasada, Ola se convirtió en embajador de la Marca Tucumán. Durante esa visita a la provincia conversó con LA GACETA sobre sus proyectos, su historia, su disciplina y sus anhelos.
- ¿Cómo llegaste al alto rendimiento?
- Fui un poco aventurero. Ahora, en Tucumán (vive en Buenos Aires), di charlas y me puse en contacto con nadadores jóvenes. Les contaba cómo había entrado al Cenard (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo). Si bien cuando yo llegué no era un atleta de alto rendimiento (aprendió a nadar recién a los 21 años), ahí adentro logré vivir como uno de ellos.
- ¿De qué vive un atleta?
- De lo que puede recibir. Depende del atleta. Un atleta olímpico recibe más apoyo que uno nacional. Yo no recibí nada, sólo la posibilidad de vivir en las instalaciones de Cenard de manera gratuita, con entrenador, cuerpo médico y alimentación también gratuita.
- ¿Ahora de qué vivís?
- Desde que aprendí a nadar vi una brecha bastante descuidada en lo que respecta a indumentaria para natación y mi negocio fue creciendo con mi carrera. Ese es uno de mis sustentos desde que me fui a vivir a Buenos Aires, además del apoyo de mi familia y de mis amigos. Fue toda una experiencia de emprendimiento: no sólo el hecho de descubrir un deporte, sino también emprender a través de ese deporte; eso es algo que muy pocas personas se animaron a hacer. Yo aposté a crear con la natación. Así nació mi proyecto solidario: Unir el mundo.
- ¿Cómo surgió?
- Surgió después de mi segundo año en el Cenard. Me pegué contra una pared cuando me di cuenta de que no podía alcanzar el rendimiento de los nadadores que nadaban desde chicos (él aprendió a los 21 años). Cuando ya no pude seguir en esa institución, mi entrenador me sugirió competir en aguas abiertas. Así descubrí que había nadadores que hacían travesías con fines solidarios. Y eso me gustó mucho; se trataba de travesías que no eran competitivas, sino que buscaban ayudar en alguna causa. Generé mi proyecto: se me ocurrió unir el mundo a nado, pero sin el traje de neoprene.
- ¿Cómo hacés para soportar temperaturas tan bajas?
- Primero, me entrené. Empecé a nadar en Mar del Plata en pleno invierno y después fui buscando temperaturas cada vez más bajas. Llegué a nadar a -0,5 grados. Con respecto al objetivo solidario, decidí nadar para que en Tucumán haya centros deportivos accesibles. Esto comenzó hace tres años, en agosto de 2012. He viajado por seis países y ya uní cuatro continentes. Me quedan cuatro travesías para hacer en 2015. El objetivo social es siempre el mismo: tratar de que Tucumán desarrolle infraestructura deportiva, que se invierta en infraestructura nueva para que los jóvenes accedan a algo que hoy no existe en la provincia. Es un problema que ocurre en todo el país desde hace muchos años. No existe inversión en infraestructura deportiva.
- ¿A qué atribuís esa desidia?
- Hay una falta de interés y de desconocimiento sobre las infraestructuras deportivas de alto rendimiento. La mayoría de los clubes del país están mal administrados, no funcionan. Me di cuenta de eso durante los días que estuve en Tucumán.
- ¿Cuáles son las fallas principales?
- Falta infraestructura, inversión, promoción, capacitación y garantizar el fácil acceso. La gran mayoría de los clubes del país son privados e imponen cuotas que muchas familias no pueden afrontar para que un joven practique un deporte. Eso es diferente en otros países. Existen miles de modelos en el mundo y no es necesario irse a las grandes potencias mundiales. En Venezuela tienen otro tipo de infraestructura deportiva. En Brasil, en Chile, vas a ver otro tipo de inversión; se apuesta al joven que hace deportes. El único centro deportivo que existe en Argentina con instalaciones de ese tipo es el Cenard, en Buenos Aires. De todos modos, ya hay varias provincias que se están dando cuenta de la situación y están empezando a invertir. Una de ellas es Santiago del Estero. Están haciendo una pileta olímpica que será única en el interior del país. Nosotros, los tucumanos, tenemos mucha infraestructura deportiva en mal estado: el Complejo Ledesma, el Complejo Belgrano, el Palacio de los Deportes. En el Complejo Ledesma hice mis prácticas de educación física cuando tenía 15 años y en la actualidad sigue igual que en aquel entonces.
- ¿Cuáles son las claves del nado en agua fía?
- Conocer la sensación de frío, nada más que eso. Si una persona se sumerge en aguas frías se va a dar cuenta de que hay un gran lapso de tiempo en que uno puede disfrutar de esas temperaturas sin sufrir ningún problema. Yo nadé en el Perito Moreno, Esas imágenes dieron la vuelta a mundo y las asociaciones de esta disciplina me empezaron a invitar.
- ¿Qué te queda para este año?
- Además de la unión de continentes, no dejo de crear acciones o actividades que representen unir el mundo. El 14 de marzo, junto a una nadadora inglesa que conocí hace tres años en Siberia, vamos a cruzar el estrecho de San Carlos, en las Islas Malvinas, por la paz entre nuestros países. Es una señora de 60 años que tiene una gran experiencia en natación en invierno. Cruzó el canal de la Mancha el año pasado y soportó 30 horas de nadar sin parar. Viajamos desde Buenos Aires a Río Gallegos el 14 de marzo y desde ahí a Malvinas. Allá vamos a estar una semana para buscar la mejor ventana climática para hacer la travesía. La idea es demostrar que a, pesar de que nuestros países atravesaron un conflicto, socialmente es posible unirse para superarlo.
- ¿Qué significa el hecho de ser embajador de la Marca Tucumán?
- Es un placer, pero no va a cambiar en absoluto mi disciplina. Siempre estuvo en mí el objetivo de representar a Tucumán a pesar de que me costó muchísimo obtener el apoyo que busqué en mi provincia. Estoy muy orgulloso de haber nacido en Tucumán. Ahora, llevar isologotipo de la Marca Tucumán me da placer, porque puedo mostrar el logo del lugar donde nací. Es un convenio de colaboración: yo me comprometo a llevar el logo por todos lados y a representar a Tucumán, y el IDEP y la Marca Tucumán están comprometidos a ayudarme a cumplir el sueño.
- ¿Qué se siente al nadar en aguas abiertas?
- Siento la curiosidad de lo desconocido; ves muchas cosas en el mar. Experimentás sensaciones de asombro y de entusiasmo que en una pileta seguro no tenés. Además, es una manera de impulsar ciertos objetivos. La satisfacción de lograr tus metas es mucho más grande que la de ganar una medalla.
- ¿Cuál es el “Himalaya” de los nadadores de aguas abiertas?
- Hay un proyecto que sólo seis personas concretaron. Se llama Ocean Seven, nadar en los siete océanos. Ese es el desafío más grande.
- ¿Qué es nadar para vos?
- Hoy es todo, es la razón por la que me movilizo, por la que estoy peleando; es una herramienta de inclusión social muy fuerte y es una herramienta de promoción turística muy fuerte. En Argentina se podrían generar eventos y atraer gente de todo el mundo.
- Cuando nadás en aguas abiertas ¿estás muy metido en el rendimiento de tu cuerpo o mirás a tu alrededor?
- Las dos cosas; al principio de una travesía tratás de encontrar el equilibro perfecto para poder nadar todas las horas que requiere la travesías. Una vez que lo encontrás, tu mente puede divagar por todos lados.