EL CAIRO.- Miles de personas se reunieron en la iglesia cristiana copta de la localidad de al-Our, intentando comprender la suerte de sus compatriotas que pagaron un horrible precio simplemente por buscar trabajo en Libia. Fueron 21 los egipcios decapitados por la milicia terrorista Estado Islámico (EI) y 13 de ellos habían nacido en al-Our.
Un hombre se negaba a aceptar la muerte de su hijo. “Ay Kerollos, esta es tu fiesta de matrimonio... Lo siento tanto hijo mío, por no haber tenido suficiente dinero para que no fueras a ese lugar”, exclamó entre sollozos.
De las paredes de la Iglesia de la Virgen María colgaban estandartes negros con una inscripción: “Egipto levántate, la sangre de tus mártires te llama a vengarte”. Los familiares se desmayaban de la angustia.
Al lado de la imagen de Jesús colocaron fotos de los asesinados. No había ataúdes porque los cuerpos de las víctimas, vestidos con overoles naranjas y obligados a arrodillarse en una playa para luego ser decapitados, no fueron devueltos a casa.
Como represalia, la Fuerza Aérea egipcia atacó posiciones del EI en Libia, mientras crece el pedido de una intervención del Consejo de Seguridad de la ONU. La comunidad internacional advierte que deben tomarse medidas para evitar el avance del EI en el país africano, que está sumido en la guerra civil.
Apenas se difundió el video de la decapitación de los 21 cristianos coptos egipcios, el Gobierno bombardeó depósitos de armas del EI. Los objetivos se sitúan en la región de Derna.
Libia atraviesa una compleja situación política. Dos facciones se disputan la legitimidad del poder político. Una, con sede en Tobruk, es respaldada por Occidente. La otro, asentada en Trípoli, está compuesta por fuerzas islámicas. Es un terreno ideal para el desarrollo de ideas y métodos radicales como los que enarbola el EI.
Los 21 coptos egipcios habían sido secuestrados hace más de un mes. Se trata de la primera grabación de este tipo emitida por el EI fuera de Siria e Irak. “Fueron asesinados sólo por ser cristianos -lamentó Francisco durante una audiencia en El Vaticano-. La sangre de nuestros hermanos cristianos es testimonio de un grito. Que sean católicos, ortodoxos, coptos o luteranos no es lo importante: ¡son cristianos! La sangre es la misma, la sangre reconoce a Cristo”.
Para las familias de al-Our el dolor es inmenso. “No son humanos. Son monstruos. Retenían a personas desarmadas que iban a llevar pan a sus familias”, dijo el pastor de la iglesia.
El problema es que debido a las sombrías perspectivas en casa muchos jóvenes egipcios desesperados buscan trabajo en Libia. Y seguirán haciéndolo.