Las estimaciones de algunos citricultores hablan de que un 50% del limón que va a Buenos Aires es robado.

Denunciaron que en las zonas de El Timbó y el Sunchal, ambas en el departamento Burruyacu, existen empresas ilegales que trabajan sólo en verano y con el limón robado.

“Si no hay quien compre limones, gasoil, ruedas y agroquímicos robados, no existiría este problema”, opinó Diana Chediack, productora citrícola de Tucumán.

Nadie se salva

“Incluso, los productores de maíz sufren muchos robos. Por ejemplo, en Burruyacu existen campos que no fueron sembrados agobiados por los robos, y a pesar que son campos que deben ser rotados después de hacer soja. Los ladrones venden el choclo entero o los granos para alimento de animales, por ejemplo”, describió con preocupación. “Generamos fletes y trabajo, abrimos mercados, incorporamos tecnología y producimos con calidad, pero la realidad nos paraliza; estamos desprotegidos; somos vulnerables”, reafirmó. “También nos roban alambrados, postes de madera y hasta el portón de las fincas”, amplió su denuncia.

Ilegalidad plena

“Si nosotros vamos a la Policía y hacemos la denuncia y el trámite pasa a la Justicia, pero no hay solución, esto demuestra que no existe una policía de Estado sobre qué hacer. Todos los ladrones saben que hoy tienen impunidad”, advirtió.

“Estoy convencida de que las soluciones llegarán si hay ganas de resolver este grave flagelo. Las soluciones deben darlas las autoridades del Poder Ejecutivo y del Poder Judicial” dijo.

“El agricultor, ningún hombre de campo, ningún ser humano, puede hacer justicia por mano propia, porque eso solo genera más violencia. Pero la gente está enojada, está muy tensa. Existe mucha ilegalidad que se consolida de la mano del comercio ilegal”, concluyó.