Si el Gobierno argentino realizó un “pacto” con Irán, consistente en el intercambio de petróleo por granos a concretarse después del Memorando firmado por los dos países en 2013, la información de Comercio Exterior del país muestra que nunca se cumplió el intercambio pactado. La Argentina exportó efectivamente granos a Irán, pero no lo hizo el Gobierno sino grandes comercializadoras de granos, la mayor parte multinacionales de propiedad extranjera, que concentran el grueso de las exportaciones argentinas de cereales.

Las exportaciones fueron por algo menos de U$S 1.000 millones, lo que representa cerca del 1% de las exportaciones totales del país.

Y la Argentina no importó nada de petróleo de Irán (en realidad, poco sentido tendría importar el crudo que exporta Irán a un país como la Argentina, dada la cantidad excesiva de azufre que contiene este crudo en relación con el que resulta compatible para ser refinado en el país, que tiene otros proveedores habituales de combustible). Como puede verse, si el “pacto” hubiese existido, lo cierto es que no se cumplió. Se trataría de un “pacto” no realizado (el “delito”, si el intercambio en cuestión se considerara delictuoso, no se habría consumado, por decirlo así) Y sería, sobre todo, un extraño acuerdo económico sin ningún sentido económico, valga la redundancia.

En efecto, el Gobierno argentino se hubiera comprometido a dar lo que no tiene (la soja) para recibir lo que no le sirve (un crudo con exceso de azufre). Por lo demás, tanto la soja como el crudo son commodities que se colocan en los mercados internacionales sin ninguna dificultad.

Exportar hoy automóviles o zapatillas deportivas puede resultar muy difícil, pero la Argentina vende sin grandes problemas toda su producción cerealera exportable (si no vende más es por que se agotó su capacidad de oferta o porque los propietarios privados de los granos deciden libremente acopiarlos por razones especulativas o de otra índole). En definitiva, si la Argentina produce soja por encima de lo que internamente demanda, y necesita crudo por encima de su oferta, lo que la lógica económica más elemental manda es: conseguir los dólares necesarios para comprar crudo en el mercado internacional mediante la venta en ese mismo mercado de la soja producida.

Con los U$S 1000 millones que la Argentina recibió de Irán por la venta de soja durante 2014 podría comprar fácilmente crudo por el importe equivalente. Esta operación relativamente sencilla no requiere de ningún extraño pacto intergubernamental de comercio por compensación granos - crudo.