Atlético jugó a imagen y semejanza del estadio en el que empató 1 a 1 con Ferro un partido que muy pronto pasará al olvido: es un equipo en construcción.
Si la cancha de Caballito está a mitad de camino entre el desmonte de los viejos tablones y el levantamiento de las nuevas tribunas de cemento, el equipo de Juan Manuel Azconzabal dejó un retrato similar: como si a veces jugara con una pelota y otras con un pico y una pala, o como si todavía alternara las camisetas celestes y blancas con los cascos de la Uocra.
Nada especialmente grave ni auspicioso por tratarse de la tercera fecha: el final de la temporada está lejos y Atlético es un equipo que necesitará la mejor versión de Albano Becica -debutó ayer- para solidificar y embellecer su obra.
Atlético mantuvo el invicto tras un partido en el que compitió mejor de lo que jugó. No habrán sido 90’ para mostrar en el museo del Louvre, pero el “decano” tuvo la virtud (y la suerte) de llegar al gol en la primera proyección de sus defensores, ya a los 42: desborde de Nicolás Romat, triangulación con Emanuel Molina y buena definición de Guillermo Acosta.
La mejor jugada tuvo el premio del gol pero la ventaja le duró al “decano” tan poco como merecía. Ferro fue más ambicioso (pero no más claro) y a los 25” llegó el empate de Luis Salmerón tras un cuádruple quiebre en los diques defensivos de Romat (¿dónde estaba?), Pablo Garnier, Bruno Bianchi y Cristian Lucchetti.
A la espera de mayor protagonismo de Becica en los próximos partidos, ayer Atlético dependió en exceso de Garnier, impreciso en el primer tiempo y más participativo en el segundo. Ni Molina ni Leandro González ni Acosta (más allá del gol) tuvieron el desequilibrio que se esperaba.
Apenas entró Alejo Distaulo, despabiló ofensivamente a un equipo con poca creación, con más ladrillos que flores, a imagen y semejanza de la realidad: Atlético está en construcción.