BUENOS AIRES.- La Argentina va camino a una crisis económica de envergadura, a pesar de que el ministro Axel Kicillof, se empeña en afirmar que el país está lejos de ese escenario. Los intentos del Palacio de Hacienda por amortiguar el peso de la crisis pueden estrellarse contra la realidad antes de que Cristina Fernández abandone la Casa Rosada. Los pilares del modelo están en ruinas. Tanto el aspecto fiscal como la balanza comercial muestran serios daños en sus estructuras. El modelo tampoco cuenta con los motores de arrastre, ya que el mercado cambió la tendencia y el crecimiento de la primera década del siglo es ahora mucho más modesto.
En los tiempos que corren, los países deberán integrarse cada vez más al comercio mundial para evitar entrar en colapso. Hasta ahora, y a partir de la crisis de 2008, el dinero fluyó como un manantial y prácticamente, a costo cero. Aún con todo, se podía vivir a expensas del ahorro externo. Ese clima y ese escenario desaparecieron, y los países sin capacidad de ahorro, van a tener serios problemas. Ni hablar de aquellos países con déficit fiscal, inflación y altas necesidades de endeudamiento, como el caso argentino.
El tiempo de la burbuja en los commodities llegó a su fin y habrá que poner la casa en orden.
Un informe preparado por el gigante de las materias primas Glencore indica que los precios tienden a caer. El CEO del principal trader mundial, Ivan Glasenberg, dijo que “el crecimiento económico mundial -tradicionalmente el principal motor del consumo commodities-, sigue siendo mediocre”.
“El proceso gradual de normalización tras la crisis financiera ha continuado, pero a un ritmo más lento de lo que muchos esperaban”, dijo Glasenberg en un informe. La era del “oro verde” llegó a su fin. El “yuyo”, como calificó alguna vez la Presidenta Fernández, a la soja ya no será el salvavidas del modelo, ni del país. Habrá que ir a un ajuste fiscal de importantes características.
De allí que llama la atención, la avidez de los inversores por los activos argentinos. “Muchos se preguntan si esto responde a las altas tasas de rendimiento que tienen los papeles de la deuda o si bien los inversores ven buenas perspectivas a mediano plazo para el país”, explicaba un operador extrabursátil en rueda de amigos.
Lo cierto es que la mayoría de los economistas pronostican que habrá un importante crecimiento a partir de 2016, solo porque cambia la administración del país.
Pero, ¿es esto posible? Algunos sostienen que sí es posible porque hay mucho apetito por invertir en la Argentina, habida cuenta del fuerte déficit en infraestructura que presenta el país. Otros indican que en 2016 es imposible que esto ocurra por varios motivos.
• Porque no estará resuelta la cuestión con los holdouts y eso es una barrera para más inversiones.
• Creen que 2016 será un año de ajustes y hasta que no desaparezca el déficit fiscal y no baje la inflación, las inversiones no vendrán.
• Porque si no hay ajuste, el país se encaminará a una hiperinflación como en 1990, tras un ajuste del tipo de cambio. Todo dependerá de la velocidad con que se haga el ajuste. Cuando más se demore, los costos serán mayores para la sociedad.
La magia de Kicillof por atrasar el tipo de cambio y fomentar el consumo puede quebrarse en cualquier momento.
Es tiempo de volver a la realidad...