BUENOS AIRES.- Mientras los candidatos presidenciales tratan de instalar sus primeros deseos de gobierno después del 10 de diciembre, y mientras el ministro Kicillof continúa con su ilusionismo y negando la realidad, la economía argentina transita por camino a oscuras. Todos buscan un horizonte a futuro que les permita volver a la realidad, mientras que los agentes económicos se preguntan como se llega al enigmático 11 de diciembre, sin sufrir mayores sobresaltos.
La economía no muestra signos de recuperación. Los indicadores muestran en su mayoría signos negativos. Se perdió la iniciativa y se carece de recursos para generar nuevas inversiones.
El principal obstáculo es la falta de divisas, un fenómeno que se viene agravando desde el inicio del cepo cambiario pero que adquiere mayor relevancia, a medida que se profundiza el deterioro de la cuenta corriente nacional.
El gobierno, con un ojo en la inflación, eligió el peor de los remedios y lanzó a la banquina al modelo económico, agravando los problemas. En otros términos, la recesión es el anclaje de la inflación, haciendo más ostensible la carencia de divisas. Para corregir este faltante de dólares, Kicillof no tuvo mejor idea que poner otro cepo, en este caso a las importaciones, llevando el nivel de actividad a terreno negativo.
Por caso, 3/5 partes de los insumos utilizados por el sector industrial, son importados y no tienen un proveedor local que pueda reemplazarlos. El caso más notorio son los componentes de los productos electrónicos que se ensamblan en Tierra del Fuego y con las autopartes del complejo automotriz. No sólo ocurre esto en estos sectores sino que el cepo importador está afectando el suministro de medicamentos y los fertilizantes. Habrá menos divisas disponibles y por lo tanto, habrá que apelar a una mayor cantidad de reservas para poder afrontar los vencimientos de la deuda. Los vencimientos se ubican en torno de los U$S 20.000 millones, de los cuales 6.500 millones corresponden al Boden 2015.
El objetivo es llegar a diciembre sin sobresaltos pero nadie se atreve a aventurar en que condiciones entregará el país la administración Kirchner, ni tampoco que pasará en los ocho meses que quedan por delante. Sin posibilidad de colocar deuda en los mercados debido al desmanejo del litigio con los holdouts, la deuda en default con los que entraron a los canjes y ahora con los “me too”, la asfixia de divisas, potenciará la deuda. Ahora, el interés de Cristina Fernández pasa por estirar los tiempos y lograr el objetivo de llegar a diciembre aunque no se sabe a que costo. Poco importa si se trata de un “plan bomba”, aunque en realidad habría que pensar en un “campo minado”, ya que habrá varios detonadores.
En el transcurso hasta diciembre, habrá no sólo varios capítulos electorales sino también, por caso, un fuerte paro de los gremios del transporte previsto para fin de mes y algunos no descartan que sea el único.
Con reivindicaciones que pasan por el aumento del mínimo no imponible, pero con el trasfondo de unas discusiones paritarias que amenazan con encrespar el océano económico.
“La mayoría de los gremios va con pedidos de aumentos que recuperen la inflación de 2014 que estuvo entre el 35 y el 40%”, confió un empresario. Pero con la pelea centrada en el efecto del impuesto a las ganancias sobre los salarios sin resolver por parte del gobierno, el eje del combate se trasladará a la Casa Rosada. Los jefes sindicales prometen dar pelea para enturbiar los planes electorales del kirchnerismo.