Choe Sang Hun / The New York Times
SEUL, Corea del Sur.- Para las personas que van de excursión a las montañas alrededor de Seúl, es una vista inconfundible: la torre mundial Lotte adquiere forma, como un gigantesco brote de bambú. Si se termina la torre a finales del año entrante, como se espera, será un punto de referencia internacional, extremadamente necesario, para los sudcoreanos, que les gusta medir a su país sobre escalas mundiales: a los 555 metros, será el primer rascacielos superalto de Seúl y el sexto edificio más alto del mundo.
Sin embargo, en Corea del Sur, donde hay inquietud por los estándares de seguridad, así como por el poder, siempre en expansión, de los “chaebol”, o los conglomerados de negocios de familias que dominan la economía y el horizonte urbano, la gente también mira con temor hacia la creciente altura de la torre Lotte.
Desde 2013, una serie de accidentes ha plagado al proyecto de U$S 3.300 millones, incluidas tres fatalidades de trabajadores.
Algunos de los problemas de construcción, como la filtración de agua o una puerta que se aflojó y le cayó encima a un visitante, tuvieron poco que ver con la seguridad estructural de conjunto del edificio, según ingenieros independientes que evaluaron el proyecto y dijeron que los medios informativos no habrían notado los incidentes de haber sucedido en otras construcciones.
Sin embargo, la forma en la que los accidentes en la torre inquietó a la población y a funcionarios habla mucho de una sociedad que sigue siendo profundamente escéptica sobre la capacidad del gobierno para garantizar la seguridad.
“La confianza pública está en el fondo”, dijo Lee Deuk-hyung, un dirigente de la Alianza Weerye de Ciudadanos, un comité de vigilancia cívica a proyectos municipales. “Los expertos pueden decir que todos los problemas son menores, pero hacen que la gente se preocupe mucho, la torre está subiendo como un monumental dolor de cabeza”.
Lotte, el quinto conglomerado más grande de Corea del Sur, con un ingreso anual de U$S 73.000 millones, está construyendo la torre. Su fundador, Shin Kyuk-ho, empezó como vendedor de chicles y ha levantado un imperio de negocios que se extiende a Japón, y en su propio país, Corea del Sur, se le conoce mejor por sus cadenas de hoteles, centros comerciales y parques de diversiones.
Shin, ahora con 92 años, y su hijo Shin Dong-bin, de 60 años, querían un legado más destacado del fundador de la compañía: un complejo de Lotte World de 8,5 hectáreas en el sur de Seúl, donde habría un centro comercial y de entretenimiento en el World Mall, el cual se inauguró en octubre, y la torre World de 123 pisos, que incluirá un hotel de superlujo, espacio para oficinas y un observatorio.
Cuando esté terminada, la torre Lotte, que llegó al piso 103 en julio, le dará a Corea del Sur el derecho para alardear por tener el edificio más alto en la península coreana. Será más alto que el actual edificio más alto de Corea del Sur, la torre Northeast Asia Trade de 305 metros, en Incheon, al oeste de Seúl, y el más alto de Corea del Norte, el hotel Ryugyong en Pyongyang, aún sin terminar. (La Lotte no tendrá por mucho tiempo el título. El grupo Hyundai Motor, otro “chaebol”, reveló planes en junio para construir una torre de 571 metros, que se llamará Global Business Center, en Seúl, para 2022.)
Lotte dijo que su complejo crearía 20.000 empleos nuevos y atraería a 50 millones de visitantes al año, incluidos cuatro millones de turistas extranjeros.
Sin embargo, el proyecto generó controversia desde el primer día.
Le llevó a Lotte 15 años obtener la licencia de construcción, lo que sucedió solo después de acordar asumir el costo de cambiar el ángulo de una pista de aterrizaje militar en el sur de Seúl, para que la torre no obstruya el paso de los jets de combate que se acerquen a ella. Se criticó el acuerdo como el recordatorio más reciente de la influencia de los “chaebol”, tan poderosa que los detractores dijeron que hasta podía influir en el Ejército en un país que, técnicamente, todavía está en guerra con Corea del Norte.
La construcción empezó en 2010. A medida que levantaban la torre, lo mismo pasaba con los precios a su alrededor.
Sin embargo, surgieron las dudas sobre el proyecto, especialmente después de que se hundió el transbordador sudcoreano Sewol en abril del 2014, en donde murieron 304 personas y se profundizó la desconfianza popular en las normas de seguridad del gobierno. En 1995, se colapsó la mal construida tienda departamental Sampoong, murieron 50 personas en una de las peores catástrofes del mundo de la construcción.
“Cuando la gente ve la torre Lotte, revive el trauma de Sampoong”, comentó Chung Lan, un profesor de ingeniería arquitectónica en la Universidad Dankook en Corea del Sur, quien investigó tanto el desastre de Sampoong, como la controversia sobre la torre Lotte.
A consecuencia del incidente del transbordador, organizaciones cívicas y medios informativos locales sometieron a intenso escrutinio a la torre.
Cuando aparecieron pequeños sumideros, algunos de menos de 30 centímetros de profundidad, en los distritos vecinos, los habitantes se preguntaron si la culpable era la torre Lotte. Las fotografías de los hoyos se hicieron virales en los medios sociales. Lo mismo pasó con los peores casos imaginados, como el del colapso de la torre en un gigantesco socavón.
Las personas también manifestaron su inquietud por el descenso en el nivel del agua en un lago cercano, y algunas arguyeron que era posible que se debiera a la construcción, aun cuando, regularmente, el ayuntamiento tenía que rellenarlo con agua de río antes de que empezara la construcción, una tarea que ha asumido Lotte desde entonces.
Y otros problemas en el centro comercial, incluso los que parecían mínimos, provocaron más inquietud popular.
La gente se quedaba atrapada en elevadores que funcionaban mal. Aparecieron cuarteaduras superficiales en la pintura y la argamasa de los pisos. Trabajadores sufrieron quemaduras menores por chispas eléctricas. En diciembre, espectadores se apresuraron a evacuar cuando empezó a vibrar una pantalla en unos multicines. (Resultó que la culpable fue una bocina.) Se filtró agua de un acuario de más de 4,700 toneladas, mismo que se construyó sobre una subestación eléctrica. Un trabajador murió al caer en la obra de un salón de conciertos en el centro comercial.
Funcionarios del ministerio de seguridad pública y del ayuntamiento de Seúl ordenaron inspecciones especiales en la construcción que incluyeron a expertos no gubernamentales para que ayudaran a generar confianza popular en sus conclusiones. Jin Hee-sun, un alto funcionario de reglamentación de construcciones del gobierno municipal, dijo que si bien los incidentes no desmienten la seguridad estructural de conjunto del complejo, la lentitud de Lotte y su falta de transparencia y revisiones de pares externos “ayudaron a avivar la desconfianza y la ansiedad popular”.
Funcionarios municipales de Seúl le ordenaron a Lotte cerrar el acuario y los multicines por cinco meses. Los reabrió en mayo, pero el movimiento del centro comercial todavía no alcanza los niveles de 100,000 personas diarias anteriores a diciembre.
“Los cerraron por errores menores que mostraron que la administración del proyecto que hacía Lotte no era de la más alta calidad”, notó Hong Sung-gul, un profesor de ingeniería arquitectónica en la Universidad Nacional de Seúl, quien dirigió la evaluación de los pares, organizada por el Instituto Arquitectónico de Corea. “Pero eran exagerados. Ninguno nos hizo preocuparnos por la seguridad estructural”.
Para aliviar las inquietudes por la seguridad, Shin y su hijo Dong-bin, el número dos en la organización, dijeron que mudarían sus oficinas a la torre una vez terminada.
“Debido a tantas noticias, mi mamá me dijo que no viniera”, comentó Kim Kyung-ho, de 19 años, quien vio la película de Hollywood, “Terminator Genisys”, en el centro comercial un domingo reciente. “Una vez allí, veo el lugar como cualquier otro centro comercial, solo que más nuevo y muchísimo más grande”.
Otra diferencia fue los guardias de seguridad parados en cada descanso de las escalinatas para resolver cualquier percance.
“Tenemos criterios tan diferentes de seguridad que es noticia hasta que una persona tropiece y se lastime la pierna”, notó Lee Seul-ki, una portavoz de Lotte. “Gran parte de nuestro problema se debe a que el país nunca antes había construido un edificio tan alto”.