Lo nombró desde el primer momento. Desde aquella primera entrevista luego de ganar la medalla en la que hizo que Dragon Ball Z y Bruce Lee invadieran las redes sociales por varios minutos. El animé japonés y el estadounidense de origen chino fueron las razones por las que Miguel Amargós es karateca. Entre quienes refinaron y encauzaron esas ganas de tirar patadas y piñas provocadas por esas estrellas de la televisión estuvo el sensei Luis Andrada. “A Miguel le dije: ‘no me hagas hacer notas porque yo no soy así’. Pero él me dijo: ‘no sensei, usted tiene que estar’. Eso se lo agradezco”, reconoció el III Dan frente a la Casa de Gobierno.
Andrada no se quería perder el festejo de su pupilo porque también había, indirectamente, algo destinado para él. “Que me haya nombrado es un plus y un regalo. Son muchos años de trabajo que venimos haciendo con la Federación y que por fin se nos dé que alguien llegue a la cima quiere decir que estamos haciendo bien las cosas”, explicó el instructor. ¿Se llegó a una cima? ¿Termina aquí? “¡No! En realidad, recién comienza. Los que estamos dentro de las artes marciales, sabemos que Miguel es el primero de seis chicos que dentro de dos años van a estar pasando lo mismo que él”, vaticinó Andrada, hacedor de Amargós junto al sensei Iván Troitiño.
Amargós llegó a una madurez técnica en la que el estilo del karateca ya está definido y consolidado, casi en su totalidad. Tanto para Andrada como para Troitiño, en los Juegos Panamericanos de Toronto sucedió, finalmente, lo mismo con el aspecto mental del tucumano. “Puedo resumir en una frase lo que hicimos con Miguel: te enseño las técnicas y los colores, vos pintá como quieras. Eso es lo que hizo en el Panamericano: pintó de la mejor manera y ganó”, resumió Andrada.
“Va llegar al dojo, se va a sacar la foto y le diremos: ‘date la vuelta y sigamos compadre’. Así es como nos manejamos todos nosotros”, sentenció Andrada que sostiene la misma filosofía tanto para el atleta de alto rendimiento como para el que recién comienza.