La Universidad de Toronto ha suscitado recientemente un poco de controversia al ofrecer una clase de “Medicina alternativa”. Varios periodistas y blogeros mostraron su preocupación sobre partes del programa, pero hay un problema más serio: nadie está seguro de cómo enseñar la materia.
De todas maneras, la dicotomía entre medicina alternativa y tradicional, o entre medicina oriental y occidental, es falsa. Estaríamos mucho mejor si podríamos replantear el asunto.
Las personas suelen creer que la medicina oriental o alternativa es más “natural”. Muchos creen que la medicina occidental se basa en tecnologías y productos producidos en un laboratorio. No están del todo equivocados. Muchas de las mejoras que se hicieron en la medicina tradicional vienen del resultado de la innovación en los laboratorios.
Pero eso no significa que todo lo que les enseñaron a los doctores en las escuelas de medicina involucra una droga o un dispositivo. A mis pacientes les hablo todo el tiempo sobre dietas y ejercicios. No lo hago porque haya una compañía ganando dinero por eso. Lo hago porque está probado que estas dos cosas son importantes para la salud.
Tampoco todos los medicamentos son elaborados en un laboratorio. Nosotros recomendamos a las mujeres embarazadas que consuman ácido fólico, que es una vitamina B, porque las investigaciones demostraron que reduce el riesgo de que los bebés tengan defectos de nacimiento. Todos sabemos que el consumo adecuado de vitamina C previene el escorbuto y que la vitamina D previene la raquitis.
Ninguna de estas cosas son controversiales para los médicos. Nosotros recomendamos esto todo el tiempo, no porque fueron desarrolladas en el hemisferio oeste, sino porque fueron sujetas a una investigación científica rigurosa y se descubrió que realmente funcionan.
Hay muchas otras formas de medicina no tecnológica que tienen el peso del escrutinio a su favor. En un meta-análisis publicado hace un par de años, un grupo de investigadores analizaron todos los exámenes acumulados sobre cómo la acupuntura funciona en el tratamiento de personas con dolores crónicos. Descubrieron no sólo que las personas que se trataron con acupuntura les fue mejor que los que no lo hicieron, sino también que hay diferencias significativas entre acupuntura y falsa acupuntura. Esto sugiere que no todos los beneficios son por el efecto placebo.
Las personas con problemas mentales fueron tratadas con terapia por varios años.Yo fui uno de ellos. Jamás tomé ninguna droga psicotrópica de largo plazo, y muchos pacientes prefieren no hacerlo si es posible. Austin Frakt, mi colaborador en Upshot, escribió sobre la evidencia que demuestra que la terapia de comportamiento cognoscitiva ayuda para luchar contra el insomnio, al igual que por otros varios problemas de salud. Incluso la meditación es bastante efectiva para tratar problemas de ansiedad y de humor, según estudios. Me convenció tanto esta evidencia que yo mismo probé la meditación.
Yo agregaría que todas las terapias que menciono acá no son consideradas terapias complementarias, sino simplemente terapias. Eso es porque fueron estudiadas y está comprobado que funcionan. Muy seguido, sin embargo, los que se consideran a favor de las medicinas alternativas desdeñan la idea de que estos tratamientos necesitan ser estudiados. Argumentan que su medicina es más natural, fue usada por mayores períodos de tiempo o tiene el apoyo de mucha gente en otras culturas.
Por supuesto, hace no mucho tiempo, todas las terapias podían ser descriptas del mismo modo. La aplicación de la ciencia moderna nos ha permitido concebir y realizar ensayos que pudieran probar o refutar la eficacia o daño de un tratamiento. Muchas de las drogas que usamos tienen orígenes naturales. La quinina proviene de la corteza de la quina, la penicilina del moho del pan y la aspirina de la corteza del sauce. La medicina convencional habrá mejorado nuestra habilidad para purificar estas sustancias, pero reconoce que muchas terapias naturales tienen su valor.
Aun así, la ciencia rechaza muchas formas de medicina complementaria como inefectivas. Hace unos meses, el Consejo Nacional de Salud e Investigación Médica de Australia publicó una investigación en la cual analizó 225 estudios de homeopatía, la práctica de tratar gente enferma con pequeñas dosis de sustancias que causan síntomas similares en personas sanas. No encontraron ningún estudio bien diseñado que demuestre que superen el efecto placebo o que funcione tan bien como cualquier terapia convencional aprobada. Las conclusiones de esta investigación se hicieron eco de una investigación previa realizada en Gran Bretaña y de otras varias realizadas con los controles sistemáticos del Centro Cochrane de medicina. A mi amigo, que cree en la homeopatía, esto no le importó.
Aquellos que apoyan la medicina tradicional pueden ser igual de ciegos. Muy seguido, cuando la evidencia demuestra que la tecnología de avanzada no estaría dando beneficios, la comunidad médica se niega a cambiar su comportamiento. Mis artículos en UpShot están llenos de ejemplos de este tipo, incluyendo muchos procedimientos quirúrgicos. Los partidarios de la medicina occidental a menudo son ciegos a sus propios prejuicios.
En 1998, la revista de la Asociación Médica de Estados Unidos publicó un número temático sobre medicina alternativa para condiciones médicas crónicas comunes. Los ensayos aleatorios y controlados ofrecieron evidencia de que la manipulación espinal no mejora los dolores de cabeza de tipo tensional, la acupuntura y la acupresión no reducen el dolor causado por la neuropatía periférica relacionada con el VIH y que el suplemento de garcinia cambogia no ayuda a perder peso. Sin embargo, el mismo número contenía estudios que mostraron que hacer yoga focalizado mejora el síndrome del túnel carpiano más que la férula de muñeca, que la práctica china de la moxibustión incrementa significativamente la actividad fetal antes del parto y que la medicina herbal china mejora los síntomas en algunos pacientes con síndrome de intestino irritable. Aunque algunas de estas investigaciones han continuado, que yo sepa, ninguna de las dos partes de la medicina ha cambiado mucho sus prácticas o creencias después de este trabajo.
Phil Fontanarrosa y George Lundberg, editores de JAMA, escribieron: “No hay medicina alternativa. Sólo hay medicina científicamente probada y basada en evidencia de datos sólidos o medicina no probada, que carece de investigación científica”. Cambiaría esto, sólo agregando, “no hay medicina convencional”.