En la entrada del Club Atlético Patronato de la Juventud Cristiana, varios cuadros de Francisco y Juan Pablo II dan la bienvenida. El empate que Atlético sumó anoche fue algo así como si recibiera la bendición de sus santidades lejos de casa.
El “decano” pareció haber hecho un viaje religioso y de negocios en simultáneo hacia el 0 a 0: soportó los momentos de superioridad de su rival, aguantó el empate con 10 hombres (por la roja a Nicolás Romat) y mantuvo la punta. Aunque falta mucho -muchísimo- para que termine el torneo, que Atlético haya salido con vida puede interpretarse como una señal para el ascenso.
La doble buena noticia es que Atlético es un equipo con sello de garantía. Cuando no juega bien, compite bien. Ayer la empezó a pasar mal en el primer tiempo, en especial a partir de los 20 minutos, pero aún así sostuvo el resultado. Eso que llama mandíbula fuerte en el boxeo. El “decano” había tenido un buen comienzo, en especial por la sorpresa con la que atacaba por la derecha, y tuvo un par de chances de adelantarse, pero Patronato pronto reaccionó.
Si Atlético termina el año entre festejos, a fines de diciembre deberá levantar las copas para brindar como se sostuvo entre los 22’ y 42’ del primer tiempo: hubo dos goles bien anulados a Matías Quiroga. Cristian Lucchetti estuvo monumental ante Matías Garrido y Leandro Becerra desperdició un mano a mano con el arquero.
La versión del “decano” fue tan cooperativa que, salvo Lucchetti de figura también en el segundo tiempo, costó encontrar una figura. El líder volvió a ser un equipo con espíritu de los 11 mosqueteros, uno para todos y todos para uno, y esperó que llegaran las oportunidades de contragolpe: a los 11’, Leandro González quedó sólo ante Bértoli y estuvo a punto del 1-0.
Las cartas del partido quedaron definitivamente marcadas: Patronato al ataque, Atlético apostando a la desesperación del local. Bianchi y Sbuttoni devolvieron hasta el viento de Paraná. Y a los 49’ Lucchetti amurró su arco y el liderazgo de Atlético en la divisional.