Por Andrés Burgo
19 Septiembre 2015
LA TIENE ATADA. Los simpatizantes “decanos” infiltrados sufrieron cada vez que Leandro González pedía la pelota para enloquecer a sus marcadores. foto de javier escobar (especial para la gaceta)
Fue una invasión silenciosa, de esas que están, aunque no se vean. En las tribunas del estadio Presbítero Grella hubo en Paraná, anoche, una indetectable -pero al mismo tiempo palpable- presencia de hinchas de Atlético para ser testigos del proclamado partido del campeonato.
Los rumores corrieron desde temprano: 27 autos y una combi llegaron desde Tucumán. Como la prohibición del público visitante sólo remite la presencia de 30 allegados al plantel, muchos de esos hinchas tuvieron que comprar entradas y camuflarse entre las plateas y populares locales.
“En la peatonal de Paraná, durante la tarde, me encontré con muchos tucumanos. Hay decenas de hinchas infiltrados y 60 allegados”, contó Juan Carlos Santillán, el fanático que no falta a ningún partido del “decano” en todo el país, también presente anoche.
Lo que se encontraron los tucumanos fue una ciudad en la que, desde hace tres días, parecía moverse la tierra. Y en cierto modo era cierto: la capital de Entre Ríos también sintió los efectos del terremoto en Chile el miércoles por la noche.
A la noche siguiente, la del jueves, Paraná volvió a sacudirse, pero por la inminencia del duelo entre los dos equipos que pelean el único ascenso directo: cientos de fanáticos de Patronato, el club más grande de la ciudad -y de la provincia- se reunieron en la puerta donde concentra el equipo de Iván Delfino.
Conmovidos, los jugadores salieron a las calles del centro de Paraná para interactuar con sus seguidores, como si se ampararan en el aura religiosa que rodea al “patrón”: el Club Atlético Patronato de la Juventud Católica juega en el estadio Presbítero Bartolomé Grella y entrena en el predio la Capillita.
Los banderazos de los hinchas, cada vez más habituales, no sólo son una proclama de amor a los colores: también son un síntoma de desesperación. Patronato llegó en la curva descendente al duelo entre el puntero y el escolta: de los últimos cinco partidos, los previos al de anoche, el equipo entrerriano había perdido tres, empatado uno y ganado otro. No solo le faltaron puntos, también goles. Apenas convirtió uno en esos 450 minutos. Todo lo contrario a la producción letal de Atlético.
Como el “decano” llegó a casa de Patronato en la curva ascendente de su temporada, habiendo ganado los últimos cinco partidos, los hinchas de Patronato olieron a azufre en las horas previas: Atléticole había recordado 11 de los últimos 15 puntos y saltado al primer puesto. Fueron días de nerviosismo y en las redes sociales comenzaron a filtrarse rumores llenos de inquietud. Que el plantel no había cobrado en los últimos dos meses y que una derrota sería el fin del sueño de un ascenso inédito: nunca en la historia- salvo de manera ocasional en los viejos Nacionales-, un equipo entrerriano jugó en Primera.
La tercera noche consecutiva en la que en Paraná se movió la tierra fue ayer. La noche que también será recordada por ser el partido de los infiltrados tucumanos.
Los rumores corrieron desde temprano: 27 autos y una combi llegaron desde Tucumán. Como la prohibición del público visitante sólo remite la presencia de 30 allegados al plantel, muchos de esos hinchas tuvieron que comprar entradas y camuflarse entre las plateas y populares locales.
“En la peatonal de Paraná, durante la tarde, me encontré con muchos tucumanos. Hay decenas de hinchas infiltrados y 60 allegados”, contó Juan Carlos Santillán, el fanático que no falta a ningún partido del “decano” en todo el país, también presente anoche.
Lo que se encontraron los tucumanos fue una ciudad en la que, desde hace tres días, parecía moverse la tierra. Y en cierto modo era cierto: la capital de Entre Ríos también sintió los efectos del terremoto en Chile el miércoles por la noche.
A la noche siguiente, la del jueves, Paraná volvió a sacudirse, pero por la inminencia del duelo entre los dos equipos que pelean el único ascenso directo: cientos de fanáticos de Patronato, el club más grande de la ciudad -y de la provincia- se reunieron en la puerta donde concentra el equipo de Iván Delfino.
Conmovidos, los jugadores salieron a las calles del centro de Paraná para interactuar con sus seguidores, como si se ampararan en el aura religiosa que rodea al “patrón”: el Club Atlético Patronato de la Juventud Católica juega en el estadio Presbítero Bartolomé Grella y entrena en el predio la Capillita.
Los banderazos de los hinchas, cada vez más habituales, no sólo son una proclama de amor a los colores: también son un síntoma de desesperación. Patronato llegó en la curva descendente al duelo entre el puntero y el escolta: de los últimos cinco partidos, los previos al de anoche, el equipo entrerriano había perdido tres, empatado uno y ganado otro. No solo le faltaron puntos, también goles. Apenas convirtió uno en esos 450 minutos. Todo lo contrario a la producción letal de Atlético.
Como el “decano” llegó a casa de Patronato en la curva ascendente de su temporada, habiendo ganado los últimos cinco partidos, los hinchas de Patronato olieron a azufre en las horas previas: Atléticole había recordado 11 de los últimos 15 puntos y saltado al primer puesto. Fueron días de nerviosismo y en las redes sociales comenzaron a filtrarse rumores llenos de inquietud. Que el plantel no había cobrado en los últimos dos meses y que una derrota sería el fin del sueño de un ascenso inédito: nunca en la historia- salvo de manera ocasional en los viejos Nacionales-, un equipo entrerriano jugó en Primera.
La tercera noche consecutiva en la que en Paraná se movió la tierra fue ayer. La noche que también será recordada por ser el partido de los infiltrados tucumanos.
Temas
Primera Nacional
NOTICIAS RELACIONADAS
Lo más popular